Reportaje

Antonio Iglesias: el diseño que busca la identidad

Antonio Iglesias. (Foto: J.V. Landín)
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Antonio Iglesias, un emprendedor de raíces ourensanas que revolucionó el mercado del suministro de equipamientos para oficinas en Galicia 

Si siguiese la tradición familiar, heredada de su abuelo y su padre, Antonio Iglesias Miranda (Vigo, 1961) tendría que ser orfebre. Pero a él le tiraba más otro tipo de actividades, como el diseño y crear su propia empresa. “Mi abuelo era maestro orfebre. Tenía el taller en Ourense y también una joyería en la Plaza de la Quintana, en Santiago. Él realizó muchas piezas, tanto para la Iglesia como para devotos que luego le regalaban las joyas al Apóstol, en Santiago o a otros santos. Porque eran auténticas joyas, un trabajo artístico hecho a mano. Hay obra suya en las catedrales de Santiago y Ourense y en iglesias, instituciones, casas de particulares, empresas… en Ourense. Él nunca quiso dar el salto a la joyería industrial”. 

Su padre y después su hermano siguieron con la actividad familiar, que también se estableció en Vigo, pero él buscaba otro camino. “Yo quería empezar con un negocio que fuese distinto, totalmente nuevo. Mi mujer tenía una pequeña papelería en O Porriño y pensé en abrirme paso en el mundo de los suministros a las empresas en un tiempo en el que las empresas compraban el mobiliario a un proveedor, el material de oficina a otro y la ofimática o pequeña informática, que entonces era muy incipiente, a otro. Yo pensaba que era buena opción trabajar desde un mismo negocio esos tres frentes y ofrecer una solución integral que contemplase todas esas necesidades”.

En 1987 materializó su proyecto con un negocio muy pequeño, en O Porriño. Así nació Dismac. “Yo era el único trabajador a tiempo completo”, recuerda Antonio, “y tenía una contable dos horas a la semana. Y con eso era más que suficiente. Creo que aquel primer mes facturamos dos mil pesetas, 12 euros con la moneda de ahora. No era fácil convencer al cliente de que queríamos ofrecerle ese servicio integral y empezamos, primero con los consumibles y la papelería y cinco años más tarde, arrancamos con el mobiliario de oficina y ya en 1997, comenzamos con la informática y ofimática. Naturalmente, al principio, la división que más clientes tenía era la del material de oficina y consumibles. Y aunque teníamos clientes que estaban interesados únicamente por una o dos de nuestras divisiones, poco a poco fuimos creciendo a medida que nuestros propios clientes iban demandando soluciones integrales”.


Automoción


La pequeña empresa de un solo trabajador y una contable dos horas a la semana fue creciendo y haciéndose con grandes clientes, incluso convirtièndose en el proveedor de todo un sector como el de la automoción, en el que empezó suministrando a una sola empresa hace 25 años. “Hace veinticinco años que empezamos a trabajar para el grupo PSA-Citroën, Finsa e Inditex. Poco a poco, fue creciendo el número e incorporamos también a Bimba y Lola, Textil Lonia, Roberto Verino…” Aunque su ámbito de actuación es toda Galicia, con alguno de sus clientes extienden su territorio más allá del Padornelo.

Es el caso del grupo PSA-Citroën, con el que trabajan en todos sus centros de toda la península Ibérica, incluyendo España y Portugal. “Les suministramos material de oficina, mobiliario, microinformática, regalo de empresa, pequeño consumible, informática… hasta siete familias de productos diferentes. Se trata de grupos que antes de trabajar con proveedores exigen su homologación y nosotros lo estamos en siete grupos distintos de productos y servicios”, explica Iglesias.

Pronto se quedó pequeño aquel negocio primigenio y Antonio Iglesias vio como su empresa, Dismac, iba creciendo hasta llegar a la actualidad, con tres naves que suman 4.000 metros cuadrados, una plantilla de 40 trabajadores, una facturación que fue en 2018 de algo más de ocho millones de euros, y una cartera de cinco mil clientes, todos ellos gallegos. “Aunque nuestro mercado natural es Galicia no tenemos ningún problema en extenderlo más allá, cosa que solemos hacer con clientes nuestros que tienen instalaciones fuera de Galicia.” Es el caso del Grupo PSA, o de FINSA, que cuenta con 25 centros de producción a los que suministra y equipa.

Antonio Iglesias había puesto toda su ilusión y todo su empeño en engrandecer su empresa desde el primer momento. Le pregunto si se había imaginado, aquel mes en el que facturó dos mil pesetas que podría llegar a las dimensiones actuales, de clientes, de facturación, de territorio. “En el mundo de los negocios, la lucha es constante y si no tienes ese factor de ilusión, de expectativa de que un día vas a estar entre los primeros, no tienes esa motivación que necesitas para mejorar. Eso sí, puedo asegurarte que aquel mes que facturé dos mil pesetas ni por asomo me imaginaba que un día la facturación iba a ser de más de mil trescientos millones de pesetas, como fue la del año pasado, si convertimos los euros en pesetas”.


Sostenibilidad


El crecimiento en términos de expansión de su facturación y cartera de clientes fue acompañado de un crecimiento en calidad y sostenibilidad. “Tenemos las certificaciones ISO 9001 y 14001 de calidad y gestión ambiental y, en ese sentido hemos querido dar un paso más, y estamos instalando un sistema de eficiencia energética que culminará en estos días con la instalación de paneles solares fotovoltaicos que nos permitirá ser autosuficientes desde el punto de vista energético, con lo que intentamos que nuestra actividad genere la menor huella de carbono posible”.

¿Cómo se diseña una oficina? ¿Cuáles son las tendencias en estos momentos? Antonio Iglesias rechaza el concepto de tendencias, basado en los modelos que impone la moda en cada momento. “Naturalmente, estamos a la última en cuanto a diseños en todos los elementos que conforman una oficina, desde el mobiliario, la decoración, las soluciones informáticas, audiovisuales, de conectividad… Pero no buscamos imprimir a nuestros clientes un modelo que se adscriba a un movimiento o corriente, esté de moda o no. Lo primero que hacemos es reunirnos con el cliente, hablar con él, saber de él, de su historia, de sus inquietudes, ya sean ambientales, sociales… la sede de una empresa, desde nuestro punto de vista, tiene que ser, la primera imagen de esa empresa y por lo tanto, ser capaz de transmitir con la construcción de sus espacios, de su mobiliario, de su decoración, los valores, la historia y la misión de esa empresa, ya sea del sector textil, de la automoción, alimentación… Yo creo que esa es una de nuestras grandes fortalezas a la hora de tratar con nuestros clientes. No solo buscamos que dispongan de un espacio confortable, con equipos ergonómicos, eficientes y de calidad. Buscamos que ese espacio transmita el alma de su empresa. Y eso es muy importante para que el proyecto ilusione a quienes van a ser los usuarios de esas instalaciones”.

La complejidad de este tipo de negocio viene definida por la amplísima variedad de referencias que maneja en cuanto a productos. “En el sector del suministro de consumibles, podemos estar hablando de unas 15.000 referencias. Si vamos al mobiliario de oficina, la cifra se dispara a un número incalculable. Piensa que hay sillas que varían en su configuración, por la altura, el color, el material, los mecanismos, de manera que un solo producto como es una simple silla, puede llegar a tener casi mil referencias”.

Sobre los proveedores, Antonio Iglesias reconoce su preferencia por los españoles en la fabricación del mobiliario. “Tenemos aproximadamente unos cien proveedores en mobiliario y otros doscientos en material de oficina. En mobiliario, yo lo tengo claro. En España hay un altísimo nivel de calidad y de relación entre calidad y precio. La mayoría de los nuestros son españoles. También hay de otros países europeos como Francia, Italia, algo de Alemania, Portugal… pero la base son nuestros proveedores españoles”.

Con 32 años de historia y un constante crecimiento que le ha llevado a ser la principal firma de soluciones integrales para empresas de Galicia, Dismac mantiene su vocación de empresa familiar, en la que ya se prepara el relevo generacional al frente de la sociedad. “A mí todavía me queda para rato aquí –comenta con ironía Antonio Iglesias– pero ya está trabajando conmigo mi hija Verónica, porque quiero que esa transición de una generación a otra se lleve a cabo de manera tranquila, con tiempo suficiente para encontrar el mejor modelo para que Dismac siga evolucionando y creciendo pero dentro de su condición de empresa familiar”.

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