ENTREVISTA

Aurelio Blanco, la memoria viva de Valdeorras

Aurelio Blanco (MARTIÑO PINAL).
photo_camera Aurelio Blanco (MARTIÑO PINAL).
“Mi disco duro empieza a fallar”, bromea Aurelio Blanco. Pero su mente sigue lúcida, atenta a todo, para agrandar la memoria de Valdeorras

Un juego infantil, con canicas, cajas de cerillas y billetes de tren, iniciaron a Aurelio Blanco, entonces niño, en el mundo de las colecciones. Nació en O Barco de Valdeorras, en la Calle Oscura, que era como llamaban a la rúa San Mauro porque su estreches los aleros apenas dejaban pasar la luz del Sol. Oculta con una sonrisa la fecha de su nacimiento “tengo muchos años”, dice mientras sonríe. En su despacho en la casa grande de Viloria, le rodean papeles, fotografías, libros, sobre los que siempre está buscando un dato, apuntando otro. Procurador y gestor administrativo de profesión, la historia de O Barco fue, desde siempre, su gran pasión.

1. ¿Cómo le entró el gusanillo de la historia?

Desde niño. Yo llegué a la pasión por la historia a través del coleccionismo. Empecé coleccionando cajas de cerillas, luego santos, que es como le llamábamos a los billetes de tren usados, pero pronto fui interesándome por otras colecciones, como sellos, maquinillas y cuchillas de afeitar, muebles... Llegué a ser incluso un coleccionista de colecciones, porque no había cosa que no me atrajese. La casa se me llenó de cosas y llegó un momento en el que tuve que empezar a deshacerme de cosas porque, de lo contrario, o salían las colecciones o salía yo. Hay piezas mías en diez o doce museos.

2. ¿Alguna de esas colecciones le resultó especialmente útil para su faceta como historiador?_MTP8753_resultado

Tengo una colección de documentos mercantiles de la comarca de O Barco, desde 1850 a 1950, con al menos dos mil piezas, entre facturas, letras de cambio, documentos que de alguna manera reflejan la historia comercial y mercantil de la comarca y de Ourense. Ahí se reflejan el tipo de industrias, de negocios que hay en cada momento, el precio de las cosas.

3. La historia es su afición, pero el derecho fue su profesión

Sí. Y ejercí durante un tiempo como procurador de los tribunales, casi once años. Pero era profesión que no me iba. Quizás porque empecé en una época de crisis, como la que acabamos de vivir, con muchos embargos, alzamientos, etcétera. Como tenía el título de gestor administrativo ejercí como gestor durante muchos años y, paralelamente, como agente inmobiliario y corredor de seguros. Así que hice un poquito de casi todo a lo largo de cuarenta y tantos años, hasta que me jubilé.

4. En ese tiempo, ¿cómo fue la evolución de Valdeorras?

Yo creo que hemos caminado, poco a poco hacia la deshumanización. Me refiero en el aspecto social. Hemos pasado de una sociedad humana, en la que el valor de la amistad era importante, en el que conocías a todos los que te rodeaban, sabías quién estaba enfermo y te preocupabas por él a que se nos pase que ha muerto alguien conocido, en un pueblo tan pequeño como O Barco.

5. ¿Cuál es la herramienta del historiador aficionado?

Para mí, la curiosidad. Si no hubiese sentido curiosidad, ante un edificio, por saber quién había vivido allí o, por ejemplo, cuántas crecidas tuvo el río, o cómo surgió el cultivo del viñedo en Valdeorras, no habría indagado luego en esas facetas y en algunas de ellas, como es el caso del vino de Valdeorras, sentí una gran curiosidad y profundicé mucho.

6. Hasta el punto de descubrir que Valdeorras fue la región pionera en la elaboración de vinos espumosos.

Cierto. Es el primer lugar de Galicia que se tiene documentada la elaboración de champagnes, como se les llamaba entonces, cuando no existían ni cavas ni la prohibición de darle esa denominación a los vinos espumosos. Y no solo eso. Sabemos que un Marcial González de Petín llevó a la Exposición Universal de Barcelona de 1888 entre otros vinos un espumoso y ganó una mención de honor en la exposición por su espumoso. Sabemos que ya entonces se elaboraban tostados en Valdeorras, y no solo en el Ribeiro y sabemos que había una gran preocupación por luchar contra la adulteración de los vinos, hasta el punto de que se proponía que un veedor controlase los vinos en la estación y aquellos que estuviesen realmente adulterados se arrojasen a las vías del tren.

7. En villas como O Barco, ¿qué sería de su historia sin los historiadores aficionados, como es su caso?

Los historiadores aficionados hacemos una función muy importante, al bucear en los hechos del pasado y sacarlos a la luz. A partir de ahí, a veces, llegan los historiadores profesionales y amplían el trabajo de investigación._MTP8801_resultado

8. En esa historia cotidiana que usted descubre a través de esos documentos comerciales de la segunda mitad del siglo XIX, ¿qué se dice del mundo del vino?

Pues se puede deducir que el vino era un cultivo de autoconsumo, como otros muchos, pero en el que el excedente se utilizaba como letra de cambio. Había gente que con la venta de su excedente de vino tenía dinero para comprar otras cosas. Tanto es así, que encontramos en libros de registros de tiendas de ultramarinos, que se compraba al fiado hasta que se saldaba la cuenta con la cosecha. Había años, desgraciadamente, en los que el pedrisco o una plaga traían como consecuencia una mala cosecha y se pagaba a cuenta una cantidad pequeña hasta el año siguiente. Pero ahí es donde también se veía que esta era entonces una sociedad mucho más humana, porque en caso de necesidad se prolongaba el crédito. Se puede descubrir, también que la llegada del ferrocarril supuso un gran espaldarazo para el vino de Valdeorras y también la creación de nuevos negocios e industrias.

9. Usted preside el instituto de estudios valdeorreses que acaba de cumplir cuarenta años. ¿Qué papel juega el IEV en la dinamización cultural de O barco? 

Un papel de gran trascendencia. A lo largo de estos cuarenta años se han organizado muchísimas actividades culturales. Muchas semanas de la historia, han pasado por aquí los mejores historiadores del país, hemos realizado un importánte número de publicaciones, yo creo que se acercan a los ochenta u ochenta y un títulos, y ahora que las subvenciones son mínimas o inexistentes, sobrevivimos gracias a la cuota que pagamos cada uno de los que somos socios. Y eso, también en un momento en el que el paso del tiempo va reduciendo el número de socios, que actualmente es de unos trescientos.

10. ¿Y de cara al futuro?

Tenemos intención de actualizar nuestra web. Ahora hace tiempo que no publicamos libros, pero seguimos manteniendo un fondo histórico y una biblioteca que queremos poner a disposición de investigadores. De hecho, nuestra sede está abierta a muchos investigadores que se documentan para realizar tesis, trabajos, e incluso para escolares que también quieren profundizar en el conocimiento de su tierra.

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