CON BUENA LETRA

Ay qué risa, María Luisa

Ustedes están contando un chiste de negros, ay, qué risa, cuando se dan cuenta de que, justo al lado, hay un negro y los está mirando con cara de pocos amigos, ¿qué harían?

¿Ustedes contarían un chiste de negros delante de un negro?, ¿o uno de gays delante de un gay? Supongo que no, ¿verdad? Bien, ahora pónganse en la siguiente situación: ustedes están contando un chiste de negros, ay, qué risa, cuando se dan cuenta de que, justo al lado, hay un negro y los está mirando con cara de pocos amigos, ¿qué harían?


a) disculparse diciendo que no se habían dado cuenta de su presencia y que de ninguna manera pretendían ofenderlo, simplemente estaban haciendo un chascarrillo, sí, racista y bobo, pero chascarrillo al fin y al cabo.
b) resoplar indignados y decir que hay que joderse, qué amargado, no poder reírse de un chiste, ni que fuera tan importante, si ustedes en el fondo no son racistas, lo cual se demuestra, claramente, en el hecho de que no van por ahí con capuchas quemando negros.
Supongo que su opción sería la a), ¿no?

Entonces, ¿por qué las mujeres tenemos que pasarnos la vida no solo oyendo chistes sexistas sino, además, siendo calificadas de “amargadas” si no nos reímos y aplaudimos al macho chascarrillero? Pues porque como aquí, desgraciadamente, se siguen tirando mujeres por la ventana o apuñalándolas hasta dejarlas como un colador, cualquier hombre que no haga eso considera que él no es machista. Hace no mucho, un pobre machito de estos que incluso se denomina feminista (imagino que para impresionar a féminas de coeficiente intelectual aún más bajo que el de él) me dijo lo siguiente: “Con tu edad deberías dejarte de tonterías de escribir y pensar en cosas serias como tener hijos”. ¡¿?! Achipé, achipé, muy loquita me quedé.

Y ahora vendrán ustedes a decirme que esta columna trata de libros, no de machitos imbéciles. Bueno, pues léanse, yo qué sé, “Preludio a la Fundación” de Asimov, y ya la semana que viene les cuento, ¿les parece?

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