El restaurante luso A Gruta no es muy grande, pero en días de calor, extienden su comedor con cuatro mesas a pie de calle
El sábado pasado fui de excursión por tierras lusitanas y la hora de comer me pilló en Viana do Castelo, una ciudad que siempre tiene encanto suficiente como para pasear por las calles de su casco antiguo, o por la orilla del río Lima que cruza un viaducto de Eiffel por el que el tren y antiguamente tambien los coches, pasaban para ir a Oporto desde Galicia. El verano le sienta muy bien a Viana, que viste de gran colorido algunas de sus calles más antiguas, como esta pequeña “Rúa Grande”, en la que se encuentra el restaurante A Gruta.
El local no es muy grande, pero en días de calor, extienden su comedor con cuatro mesas a pie de calle. Su carta, no muy amplia, está bien pertrechada de platos tradicionales, como pulpo y el bacalao al estilo lagareiro y diversas piezas de carne de ternera y novillo, como la chuleta de la primera y las brochetas del segundo. Al pasar por delante, vimos a una familia comiendo y el caballero tomaba un bacalao. “Tiene buena pinta”, le dije. “Sí, y buen sabor”, me contestó. ¿Para qué se necesita TripAdvisor, si no hay como comprobar las cosas en viva voz cuerpo presente?
El servicio, algo lento pero muy amable. La cocina hizo bien sus deberes y el bacalao estaba en su punto, con la tradicional cebolada y demás elementos que acompañan esta versión que aquí conocemos como a la portuguesa. Una ración contundente que aconseja no tomar entradas, salvo que se comparta, si es que luego se quiere, y yo en Portugal, siempre quiero, tomar postre.
El interior muy limpio, incluidos los baños, la cocina trabaja bien y con buen producto y el precio, dentro de lo razonable, que suele ser barato. Así que, dentro de su categoría, A Gruta es una buena opción.
