El bar de Sober que se vuelve restaurante a la hora de comer

Hace unos días me pilló la hora de comer en Sober. Era viernes, pasaban de las tres y tenía el coche aparcado en la rúa do Comercio, justo frente a este local. Yo lo conocía como bar. Un bar de aspecto rústico y acogedor. Pero no tenía referencia de su faceta como restaurante, hasta que ese mismo día y en ese mismo momento me encontré con un amigo, dueño de una bodega en Amandi, que iba a entrar allí a comer y me dijo que tenían una cocina sencilla pero bien trabajada, y me recomendó la empanada.

Lo cierto es que el pequeño comedor, bar el resto del día, estaba de bote en bote de gente que comía el menú del día o alguna de sus especialidades.

El menú, variado, ofrecía diversas opciones de primeros y segundos, ensaladas, empanadas, sopa… y en el segundo había diferentes carnes y pescado. Costilla guisada, cordón bleu, hamburguesa… Siguiendo la recomendación de mi amigo, pedí de primero la empanada. Dada la hora, ya solo quedaba la de bonito, que a mí, personalmente es la que menos me gusta. En esta ocasión me di cuenta que lo que no me gustaba era cómo la hacían en otros sitios. Estaba muy bien su relleno: ni seco ni aceitoso que son los grandes pecados en las empanadas de túnidos. Todo lo contrario, ligera, jugosa y con una masa muy bien trabajada.

Buen servicio, buenas raciones y un grato descubrimiento.

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