Bichos raros

Yo no quiero ser una misándrica, para empezar porque nadie conoce la palabra y a mí no me gustaría ser una cosa que nadie entiende.

Iba a escribir mi columna de hoy sobre un comic que me estoy leyendo cuando, de pronto, me di cuenta de que la autora es una mujer  y que prácticamente todos los libros y series que me han llamado la atención en los últimos meses, estaban escritos  por mujeres. Y me he preocupado.

Me he preocupado porque, claro, a ver si con este mundo “superigualitariotelojuro” en el que vivimos, una, cansada de tragar tanta mierda (amantes que se enfadan cuando les cuentas que tu orgasmo es tan importante como el suyo; jefes que se ofenden ante tu falta de modales, cuando explicas asertivamente y sin disculparte por tener razón, cómo ha de hacerse un proyecto ; novietes que tratan de convencerte de que si ellos se lían con alguien, es solo sexo pero si lo haces tú, es traición…) en fin, decía yo que me preocupé por si, cansada de tragar tanta mierda, me había vuelto una  misándrica (que, por si no lo saben, se dice de la persona que desprecia al varón y todo lo relacionado con éste, o sea, el machismo pero contra el hombre).

Y dándole vueltas a esta posibilidad, me preocupé mucho: yo no quiero ser una misándrica, para empezar porque nadie conoce la palabra (curioso que la única palabra real para nombrar el desprecio hacia el sexo masculino sea una palabra casi desconocida) y a mí no me gustaría ser una cosa que nadie entiende. Y porque, además, a mí los hombres, algunos, me gustan mucho y me caen muy bien.

Entonces pensé que, si conseguía dar con un libro de un escritor hombre que me hubiera gustado tanto como los de sus homólogas femeninas, estaría salvada de la misandria. Pensé y pensé, hasta que me acordé del libro de Diego Ameixeiras, uf, qué alivio…. Pero esto no llegaba, tenía que haber más, más libros tan sorprendentes, brillantes e inteligentes como los de Shriver, Moran, Dunham, Atwood, Strout, Woolf… Y por fin di con él: un escritor cuya obra entera (o al menos la parte que yo había leído, que no era poca) tenía la misma sutileza, brillantez e inteligencia a la que me había acostumbrado leyendo a mujeres: Ian Mc Ewan. Si no les suena, no se preocupen, solo es uno de los mejores escritores contemporáneos vivo, ratificado por crítica, público y premios, y millonario gracias a la venta de sus libros.

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