Las cabras vuelven al monte gallego

El cabrito no solo tiene el mérito gastronómico sino también el ecológico, ya que son auténticos preservadores del monte, manteniendo a raya la biomasa y evitando así los incendios forestales

Dice la tradición que el cabrito es para Navidad y el cordero para Semana Santa. Será porque Cristo tomó cordero en la última cena. Ya se sabe que el cordero tiene una connotación mística. Pero el cabrito, más montaraz como su madre la cabra, resultaba más abundante por nuestra tierra, que así limpiaba el monte de la maleza más arisca. Puro utilitarismo en el mejor sentido de la palabra. La cabra de raza autóctona ha vuelto a nuestros montes. Por la zona de Vilariño de Conso y de Venda da Capela, en el mismo municipio no es raro encontrar rebaños, a veces mixtos, de oveja y cabra. Las de la fotografía son de una explotación familiar en Bande, en la que se crían en extensivo cabras de una raza indefinida porque son el resultado de sucesivos cruces. La montaña que rodea el Invernadeiro, el Macizo Central Ourensano y la Baixa Limia y Xurés son los principales territorios de recuperación del pastoreo de esta especie, tanto de razas autóctonas como de otras que ya se han adatado a este clima y suelo.

El cabrito no solo tiene el mérito gastronómico sino también el ecológico, ya que son auténticos preservadores del monte, manteniendo a raya la biomasa y evitando así los incendios forestales.

¿Qué más se le puede pedir? 

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