Camarón, el marisco más pequeño y el más caro

camarones_result
photo_camera Camarones.

Es el crustáceo más pequeño que forma parte de nuestro repertorio gastronómico. Pequeño en tamaño pero grande en precio. Si buscamos camarones grandes y de las rías gallegas tendremos que pagar más de cien euros por un kilo en estas fechas.

La vida del camarón  es efímera. "Camarón que se duerme, la corriente se lo lleva". La corriente,  un ganapán, o una red. Bajo el nombre genérico de camarón se venden numerosas especies procedentes de muchos mares. Eso explica que en una tienda de congelados aparezcan camarones cocidos y congelados a ocho euros el kilo y al lado tengan otro a sesenta euros y, si seguimos indagando, los encontraremos a cien y hasta ciento ochenta euros el kilo.

Ya anticipo al lector que el de ocho euros no tiene de camarón ni el nombre y mucho menos el sabor y la textura. El nuestro es el Palaemun serratus, presente en la costa más oriental del Atlántico, desde la zona de Mauritania hasta el Mar del Norte. También hay camarón en el Mediterráneo y en el Mar Negro. Existen otras especies emparentadas y de tamaños similares por aguas más boreales y por todo el Atlántico. Desde la quisquilla al camarón de arena, muy popular entre nuestros vecinos de la Europa más septentrional.

Pero al igual que sucede con las centollas, la diferencia entre el camarón de aquí y el que viene de otras aguas salta a la vista, al gusto... y al bolsillo. Cada vez es más escaso y su captura requiere una mayor dedicación que otras especies en las que basta echar una nasa al fondo y esperar. Los camarones viven a poca profundidad, merodeando zonas de algas y solo bajan a aguas más profundas cuando son adultos, así como las hembras cuando portan sus mil o dos mil minúsculos huevos que, si son fecundados, garantizarán la siguiente generación..

La vida del camarón  es efímera. "Camarón que se duerme, la corriente se lo lleva". La corriente,  un ganapán, o una red. Bajo el nombre genérico de camarón se venden numerosas especies procedentes de muchos mares. Eso explica que en una tienda de congelados aparezcan camarones cocidos y congelados a ocho euros el kilo y al lado tengan otro a sesenta euros y, si seguimos indagando, los encontraremos a cien y hasta ciento ochenta euros el kilo.

Ya anticipo al lector que el de ocho euros no tiene de camarón ni el nombre y mucho menos el sabor y la textura. El nuestro es el Palaemun serratus, presente en la costa más oriental del Atlántico, desde la zona de Mauritania hasta el Mar del Norte. También hay camarón en el Mediterráneo y en el Mar Negro. Existen otras especies emparentadas y de tamaños similares por aguas más boreales y por todo el Atlántico. Desde la quisquilla al camarón de arena, muy popular entre nuestros vecinos de la Europa más septentrional.

Pero al igual que sucede con las centollas, la diferencia entre el camarón de aquí y el que viene de otras aguas salta a la vista, al gusto... y al bolsillo. Cada vez es más escaso y su captura requiere una mayor dedicación que otras especies en las que basta echar una nasa al fondo y esperar. Los camarones viven a poca profundidad, merodeando zonas de algas y solo bajan a aguas más profundas cuando son adultos, así como las hembras cuando portan sus mil o dos mil minúsculos huevos que, si son fecundados, garantizarán la siguiente generación..

Agua, laurel y mucha sal

Sin ser extenso, el recetario para los camarones tiene un repertorio suficiente. Desde un quiche. el cóctel de camarones, la tortilla... En Alemania los toman con salsas diversas.
Pero la manera más razonable de degustar unos buenos camarones gallegos consiste en no enmascararlos con ningún otro sabor que no sea el que aportan ellos mismos.
Para ello, lo mejor es disponer de una buena olla, con tres litros de agua y 120 gramos de sal. Le ponemos un par de hojas de laurel y dejamos que  hierva. Echamos medio kilo de camarones y cuando rompe de nuevo a hervir contamos un minuto y retiramos con espumadera, y llevamos a una fuente que cubriremos con un paño mojado en agua salada que esté muy frío.

Sin ser extenso, el recetario para los camarones tiene un repertorio suficiente. Desde un quiche. el cóctel de camarones, la tortilla... En Alemania los toman con salsas diversas.
Pero la manera más razonable de degustar unos buenos camarones gallegos consiste en no enmascararlos con ningún otro sabor que no sea el que aportan ellos mismos.
Para ello, lo mejor es disponer de una buena olla, con tres litros de agua y 120 gramos de sal. Le ponemos un par de hojas de laurel y dejamos que  hierva. Echamos medio kilo de camarones y cuando rompe de nuevo a hervir contamos un minuto y retiramos con espumadera, y llevamos a una fuente que cubriremos con un paño mojado en agua salada que esté muy frío.

Te puede interesar