LA REVISTA

“Cartas a Milena”, Kafka enamorado

Dibujo
photo_camera Franz Kafka, en 1906.

De las cartas de Kafka a Milena, sólo conocemos las del escritor, bello testimonio de un ser enamorado, desde el marco inquebrantable de la enfermedad. 

El día es tan corto. Transcurre y termina con usted, y fuera de usted sólo hay unas pocas nimiedades. Apenas me queda un rato para escribirle a la verdadera Milena”.

Franz Kafka (Praga, 1883; Austria, 1924) era un apasionado del arte de la misiva, lo demostró con Felice Bauer, la joven con la que estuvo prometido, cuya relación se rompió en 1917; justo después enferma de tuberculosis.

La periodista y traductora Milena Jesenská (Praga, 1896-Ravensbrück, 1944) fue la única mujer a la que Kafka amó apasionadamente, pero a su manera. Se conocieron en un café de Praga, en presencia de otros escritores entre los que se encontraba Ernst Pollak, su marido. Ella lo admira, le hace sentirse divino, le pide ser su traductora al checo. El matrimonio de Milena no va y además la humilla; aún así resiste. La afamada correspondencia tendrá lugar entre 1920 y 1922, al principio promete. 

Tratando de aminorar la enfermedad el escritor está recluido en un balneario, en Merano. Ella le pide que vaya a verla a Viena, una petición que al autor de Metamorfosis le hace revivir los miedos del pasado. “Estamos jugando a un juego infantil, yo me arrastro por la sombra, de un árbol a otro, estoy en pleno camino, usted me llama, me señala los caminos, quiere darme ánimos”. Kafka se llena de miedos, miedo al fracaso, inseguridad al sexo, a la enfermedad que lo carcome. Se ven en Viena, pero la cosa no prospera, no así la línea espistolar que adquiere muchos enteros. Ella no está dispuesta a dejar a un marido que la engaña.

Un Kafka enamorado se adhiere a la plática lastimera del desconsuelo, se ha de conformar con las cartas. “Es tan lindo haber recibido tu carta y tener que responderla con este cerebro insomne”. Tal vez, en la escritura noctámbula, sea el lugar donde encuentra mejor acomodo. Un amor así, distante, platónico, sincero. “El día es tan corto. Transcurre y termina con usted, fuera tan sólo hay unas pocas nimiedades”, escribe. Así, hasta la muerte. Ella, como periodista, escribe un bello obituario, y se separa de su marido. “Tímido, retraído, suave, amable, visionario, demasiado sabio para vivir, demasiado débil para luchar”.

Te puede interesar