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Cuando la finca imprime carácter al vino

La Val elabora exclusivamente vinos blancos, en los que la variedad Albariño es la principal protagonista.

Hay bodegas que de vez en cuando cambian el formato y la etiqueta de las botellas de algunos vinos para actualizar su imagen o para situarlo en un segmento diferente del mercado, generalmente superior, con un precio, también superior. Pero no es el caso de Finca Arantei, el Albariño de pago que elabora la bodega La Val, con uvas que proceden de la finca que le da nombre al vino. Las cepas acaban de cumplir treinta años y constituye una de las fincas más grandes de la región vinícola de O Condado, subzona de Rías Baixas pero que tiene menos que ver con el Salnés que con el Ribeiro por su proximidad y características climáticas. 

Son treinta y nueve hectáreas y es la mayor parcela de las cuatro que conforman el viñedo de La Val, con una superficie total de sesenta hectáreas. 

La Val elabora exclusivamente vinos blancos, en los que la variedad Albariño es la principal protagonista. En la mayoría de los casos son monovarietales, con la excepción de “Mas que 2”, uno de los mejores condados que existe en el mercado, ensamblaje de Albariño, Treixadura y Loureira.

La producción de esa finca es destinada a la elaboración de varios vinos, pero para el que lleva su nombre se seleccionan los racimos de determinadas parcelas, las mejores para el perfil de este vino. Finca Arantei tiene un suelo singular. Bajo una capa de tierra bastante ligera se encuentran miles de cantos rodados de distintos tamaños, evidencia de que en el pasado fue el lecho de un río mucho más grande que el actual Miño. Con estas características y una vinificación en la que se realiza una maceración en frío a 8 grados durante seis horas y la fermentación tras un pie de cuba con levaduras autóctonas del propio viñedo, se procede a una crianza en depósito de acero durante seis meses con las lías finas con continuos removidos de las mismas.

El resultado es un vino en el que las cualidades aromáticas y gustativas de la variedad Albariño se acentúan, manteniendo ese carácter joven y fresco, y al mismo tiempo una cremosidad que le aportan las lías imprimiéndole una mayor complejidad y estructura. Un vino  que prolonga su vida en botella durante al menos cinco años.

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