LA REVISTA

Cuando Ourense se convirtió en el nudo ferroviario de Galicia

alvia_cruzando_el_mimo_result
photo_camera El Alvia cruzando el viaducto del Miño.

A la vista de las obras del AVE entre Lubián y Ourense, la antigua vía de Zamora ha quedado empequeñecida

Cuando en 1958 se inaugura la línea de Zamora, Galicia experimenta un cambio radical en sus comunicaciones ferroviarias. Los trenes nocturnos y diurnos a Madrid acortan 160 kilómetros de viaje y un tiempo que puede rondar entre las cuatro y las seis horas. El ferrocarril de Zamora a Ourense y A Coruña, que originariamente nació con el nombre de Medina a Zamora y de Ourense a Vigo significa, por ejemplo, que Santiago disponga de una línea directa a Madrid, sin tener que pasar por Pontevedra y  Redondela. O que exista una conexión ferroviaria entre A Coruña y Santiago. 


En poco tiempo, Ourense se convertiría en el gran nudo ferroviario de Galicia. De la estación de Ourense Empalme, construida para esta nueva línea, salían cuatro ramales en otras tantas direcciones: Vigo, Santiago, Monforte y Zamora. 


El esfuerzo ingente que supuso, especialmente entre Puebla de Sanabria y Ourense, donde fue necesario horadar literalmente toda una sucesión de macizos montañosos no solo supuso acortar distancias, sino también mejorar el material rodante. Siempre se habla de que a Galicia llegaban los trenes que le sobraban a otras zonas, pero desde el final de la década de 1950, pasó todo lo contrario: al lado de la estación ourensana se emplazaría el primer depósito de locomotoras diesel eléctricas de Galicia y el segundo de España después de Sevilla. La serie 1800, sustituiría a las locomotoras de vapor y, con las de la serie 2100 que llegarían en 1965, los automotores Ter, que a partir de ese mismo año comenzarían a prestar los servicios diurnos con Madrid  y los ferrobuses, Galicia es una de las primeras regiones en finiquitar la tracción vapor de su red ferroviaria.


En 1981 llegan los primeros talgos pendulares, unos meses después de haber iniciado su servicio comercial en España. Con la tecnología de pendulación natural patentada por Talgo, estos trenes pueden alcanzar mayores velocidades en líneas con muchas curvas, como es ésta, consiguiendo reducir en más de una hora el  tiempo de viaje de su predecesor, el Ter, aunque entre uno y otro habrá un pequeño paréntesis en el que el diurno Galicia-Madrid sea cubierto por un talgo III.


Los pendulares serán los trenes que más tiempo permanezcan en activo en la línea de Zamora: nada menos que treinta años, hasta la llegada de los Alvia 730, que los sustituirán al comienzo de la presente década.
En 2018, la línea de Zamora cumplirá 60 años. Una efeméride que, seguramente, quedará eclipsada por la inauguración del AVE, si se cumplen los plazos.

Te puede interesar