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¿La culpa fue de una manzana?

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Una manzana, entregada por Eva a Adán, habría supuesto la salida del Edén, pero en realidad este mito está mal contado: no hay ningún manzano en la Biblia, sino en las historias de los héroes griegos.

En la Biblia no hay ningún manzano sino un árbol con la fruta prohibida de la que comen Eva y Adán y por ello son expulsados del Paraíso, palabra de origen persa que significa Jardín y que habría estado enclavado en la vieja Mesopotamia,  cuando había cuatro ríos. En el Génesis se repite en varias ocasiones la interdicción, pero en ningún momento se especifica qué fruta es la que estaría vetada al hombre. ¿Entonces, cómo se convirtió en la manzana? La explicación, una vez más, hay que encontrarla en el cruce de historias en el Mediterráneo y el Próximo Oriente, donde todo surgió.

La manzana dirige directamente a un mito griego con tres diosas protagonistas y un mortal, conocido como Alejando y más tarde como Paris, príncipe de Troya y  artífice directo de las desdichas de la ciudad homérica situada en los Dardanelos, hoy en la Turquía asiática.

La leyenda narra cómo Paris habría sido señalado en su nacimiento como culpable de la caída de Troya. Igual que pasaría con los gemelos Rómulo y Remo o con Ciro de Persia y Moisés de Egipto, fue enviado al monte para librar a la ciudad de su destino, pero en lugar de morir fue salvado por unos pastores, que lo criaron y llamaron Alejandro. Andando los años, otro mito se cruzaría por el medio, cuando el mortal Pelio desposó a la ninfa Tetis –lo ordenó Zeus para evitar que otra profecía, que el hijo sería superior al padre, recayera sobre él, como le había pasado con su progenitor, Cronos- de cuyo matrimonio nacería Aquiles el Grande. Sin embargo, por descuido no fue invitada a la boda Eris, la Diosa de la discordia, que como venganza ofreció un regalo: una manzana dorada para la más bella de las diosas.

En el convite estaban presentes tres damas del Olimpo, Hera (la poderosa esposa de Zeus), Atenea (diosa de la guerra) y Afrodita, del amor. El pastor Alejandro, considerado bello e inteligente, fue el encargado de resolver el concurso. Como es conocido, cada diosa trató de sobornarlo. Hera le ofreció todo el poder si era la elegida. Atenea, la victoria en las guerras. Pero Afrodita le dio a la más bella de las mujeres, siendo por ello la ganadora de la manzana de la discordia. A consecuencia Alejandro sería reconocido por sus padres como Paris, príncipe de Troya, las dos diosas perdedoras declararían su enemistad con la ciudad y años después la bella Helena, hija de Zeus y Leda, acabaría entregada ante el joven troyano, desencadenando la más famosa de las guerras de la Historia.

El destino se cumpliría: Troya caería por culpa de Paris, y Aquiles sería superior a su padre, aunque moriría joven por otra profecía en la que se le daba a elegir entre una vida larga y feliz, pero anónima, y otra corta pero heroica, elección de la que ya en el inframundo se arrepentiría y así se lo diría a Odiseo cuando viajó al Hades a hablar con las almas perdidas. Y la manzana de la discordia de las Tres Diosas pasaría después a convertirse en la fruta prohibida de la Biblia.

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