El día que el ferrocarril llegó a Ourense el obispo se marchó airado

El 9 de junio de 1881 fue inaugurada la línea ferroviaria del Miño. Ourense y Vigo ya tienen tren. Pero la primera locomotora llegó el 31 de marzo anterior. Aquella fue una jornada de fiesta y de muchos brindis. El último causó un revuelo entre las autoridades y provocó que el entonces obispo se marchase airado

El estreno del ferrocarril Vigo-Ourense no tuvo una sino varias efemérides: la primera locomotora llegó a Ourense el 31 de marzo de 1881. A ese día le cantó Curros Enríquez en la Ilustración Gallega y Asturiana y de ese acontecimiento es el grabado obra de Tiberio Ávila, el político, filántropo y artista natural de Viana do Bolo, que se publicaría el 18 de abril de 1881 en dicha revista. La segunda, el referido nueve de junio, con un tren especial en el que llegaron a la estación provisional de Canedo todas las autoridades de la provincia de Pontevedra para encontrarse con sus homólogos ourensanos en una celebración por todo lo alto. La tercera, el 18 de junio, fue la que verdaderamente puso en marcha la comunicación entre ambas ciudades, ya que ese fue el día en el que se pudo viajar por primera vez entre Vigo y Ourense en coches de primera, segunda y tercera, por el precio de 66, 49,50 y 29,75 reales en cada una de las clases en las que se clasificaban. 

Todavía otra fecha más para el recuerdo: el 24 de junio de 1881 sale de Ourense el primer tren de mercancías. Será el verdadero impulsor de la economía de la provincia de Ourense que de esta manera encontrará en el puerto de Vigo la salida al comercio nacional e internacional.

La primera inauguración se llevó a cabo antes de estar finalizadas las obras. Pero la compañía de Medina a Zamora y de Ourense a Vigo (MOZV) tenía que cumplir el último plazo que le había dado el Congreso para que una locomotora llegase a Ourense: 3l de marzo de 1881. Era la quinta prórroga y la última. El primer tren habría tenido que llegar a Ourense el 13 de junio de 1868. El grabado de Tiberio Ávila refleja ese primer acontecimiento en el que las autoridades civiles, militares y religiosas recorrieron casi en procesión, la calle del Progreso y cruzaron el puente precedidos por la banda de música de artillería de A Coruña. El corresponsal de la Ilustración  cuenta que el recorrido se hizo bajo un sol de justicia, aunque luego llovió copiosamente, lo que no impidió la tirada de fuegos artificiales  a la caída de la noche.

La comida con la que la compañía agasajó a los cien invitados había sido traída expresamente desde Madrid, de la confitería de Carlos Prast, la más prestigiosa de la época. Pavo trufado, jamón dulce, embutidos de Lyon, salchichón de Vich fueron algunos de los ingredientes que conformaron un banquete en el que no faltó el champagne para brindar   durante el largo turno de discursos que abrió Domingo Merelles, entonces gobernador civil de Ourense y que cerró Enrique Otero, de la Academia de Medicina. Al brindar por el tribunal que había absuelto a Curros Enriquez días antes, se armó un gran revuelo y el obispo y los canónigos abandonaron el recinto de manera airada. Eran las seis de la tarde. El tren acababa de llegar.
 

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