SALUDABLE

Eugen Sandow: de forzudo a inventor del culturismo

En 1901, organizó el primer certamen de Culturismo moderno en Londres, con 60 participantes. Un éxito que le convirtió en el padre de esta disciplina.

Antes de Arnold Schwarzenegger, de los hermanos Weider, de Arthur Jones -de los cuales ya escribimos en otros artículos- existió un personaje adelantado a su tiempo y de gran carisma, a quien podríamos calificar como el ‘padre del culturismo moderno’.

Friederich Wilhem Müller, de nombre artístico Eugen Sandow (1867-1925) nació en la actual Kaliningrado cuando era parte del imperio prusiano. En virtud de un viaje a Italia con su padre se enamoró del ideal de belleza clásico, que se propuso imitar, desarrollando su cuerpo en proporciones poco habituales en la época. 1,92 metros, 80 kilos, apenas un 9% de grasa y enorme fuerza. Con estas características comenzó a realizar exhibiciones circenses por Europa.


Objeto de deseo


Un avispado empresario de Broadway, Florenz Ziegfeld, observó que Sandow despertaba tanta o más admiración por la exposición de sus músculos que por sus números de fuerza y lo explotó al máximo.

Nació entonces una estrella. Llenaba teatros y plazas, cobraba a las señoritas por dejarse tocar los músculos -¿acoso feminista?- escribió cinco libros, grabó un cortometraje con Thomas Edison, entrenó al rey Jorge V de Inglaterra y al futuro premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, inauguró el primer gimnasio en Londres, vendió material deportivo y cursos de preparación por correo. Protagonizó anuncios de cacao, cigarros, revistas... Un ‘influencer’ del XIX.

En 1901, organizó el primer certamen de Culturismo moderno en Londres, con 60 participantes. Un éxito que le convirtió en el padre de esta disciplina.


La venganza de Blanche


Casado con Blanche Brooks y padre de dos niñas Sandow era deseado por muchas mujeres. Pero su matrimonio era una tapadera. Mantenía una intensa y larga relación con el pianista Martin Sieveking.  

Tomás Abeigón escribió en ‘El Correo Gallego’ que la ‘señora’ Sandow se enteró del engaño por una carta destinada a la Bella Otero. Nunca le concedió el divorcio y, tras la muerte de Sandow -por sífilis- quemó sus pertenencias y lo enterró en el cementerio londinense de Putney Vale, bajo una lápida anónima. Hasta 2002 no se recuperó su nombre ni su legado.

Te puede interesar