LA REVISTA

Las fortalezas reales de tres leyendas

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photo_camera Una imagen de Micenas.

Micenas, Tintagel y Poenari existen, tres fortalezas todavía hoy visibles de otros tantos personajes que se mueven en la bruma entre la Historia y la leyenda.  Agamenón, conquistador de Troya; Arturo, el rey del Grial, y Drácula se vinculan a estos lugares reales y visitables.

Micenas se halla en la península del Peloponeso, en el sur de Grecia, no muy lejos de la antigua Esparta y relativamente cerca de Corinto y Epidauro. Las ruinas fueron excavadas por Schliemann, el descubridor de Troya, quien llegó a la conclusión de que si “La Iliada” tenía razón con la ciudad de Héctor, debería ocurrir lo mismo con la de Agamenón. De hecho, su existencia se daba por segura, ya que desde hacía mucho tiempo era visible una parte de la Puerta de los Leones, por donde habría salido el ejército rumbo a Troya con el rey al frente.

El alemán llegó al sitio de Micenas y en poco tiempo sacó a la luz una ciudadela amurallada. Cautivado por la emoción aseguró que una tumba que excavó era de  Atreo, el padre del soberano, y que en una estancia concretadel supuesto palacio estaba el baño donde Clitemnestra asesinó a su marido. Incluso encontró una máscara funeraria que identificó con el líder de la coalición panhelénica que destruyó Troya. Nada de ello era cierto (la máscara, que aún se llama de Agamenón, es muy anterior), pero sí que la Micenas que halló se parece bastante a la que narró Homero y que habría fundado Perseo, quien mató a la Medusa por amor a Andrómeda. Aunque no se ha encontrado ningún rastro que convierta en Historia al legendario rey, los elementos coinciden con los descritos en los poemas griegos, que se remontan a hechos ocurridos en torno al siglo XII antes de Cristo. Así que sí es posible un Agamenón micénico.

Más tardía es la leyenda sobre Arturo, escrita por vez primera por Godofredo de Monmouth en el siglo XII, y que se refería a un soberano de los britones que habría vivido entre los siglos V y VI, entre el fin del Imperio Romano y el inicio de la Edad Media. Monmouth sitúa el nacimiento de Arturo en Cornualles, en el extremo suroccidental de la isla, en concreto en el castillo de Tintagel. Hoy se observan en dicho emplazamiento las ruinas de una fortaleza muy posterior, pero los arqueólogos han localizado restos de una construcción y cerámica de los siglos V y VI. Todo parece corresponder con un palacio o una residencia real. También hay una inscripción en latín de la época. Así que, en efecto, hubo un Tintagel donde vivió un monarca de la Edad Oscura. No hay registros de un soberano llamado Arturo, pero sí en cambio apuntes sueltos que coinciden en el entorno: una fortaleza en una colina conocida como Cam(elot), también del siglo V-VI, guerras contra los invasores sajones con los britones vencedores gracias a un caudillo y otros aspectos que coinciden con el mito, incluyendo un lugar llamado antiguamente Avalon, donde estaría la tumba de Arturo y su esposa Ginebra.

Poenari también es historia viva, una fortaleza imponente y sombría en la cima de un monte que domina la frontera entre Valaquia y Transilvania y donde con total seguridad estuvo Vlad Dracula, que no era conde sino príncipe y aunque fue un hombre sediento de sangre –quizá como único recurso para mantener el trono y la independencia de su país, o como rasgo de un auténtico psicópata- no era un vampiro. Dracula tuvo una vida azarosa y son famosos sus episodios como los empalamientos en el bosque y los trabajos forzados para los nobles, obligados a cargar piedras para construir Poenari. Parece ser que su esposa se suicidó tirándose al río Arges desde la fortaleza, que parecía inexpugnable. Dracula fue finalmente muerto  por los turcos y su cabeza llevada a Estambul. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia del Lago Snagov, donde todavía se encuentra la tumba. Vacía, por supuesto.

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