Viña Carpazal: La gran diversidad de una bodega pequeña

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La bodega tiene un origen familiar pero su lanzamiento como bodega de colleiteiro está a punto de cumplir ocho años

Una de las grandes virtudes del Ribeiro es que, aunque no tiene subzonas, como otras denominaciones de origen, su diversidad resulta inmensa. No hay un Ribeiro, sino una multitud, representada por bodegas y colleiteiros, por viñedos de la orilla del Avia, del Miño, del Arnoia... Incluso dentro de un municipio hay más de un Ribeiro, como sucede en Cenlle, con su singular geografía en la que hay fincas que miran hacia el Miño, hasta el punto de estar algunas casi a su orilla, y otras que reciben la influencia del Avia en su último tramo, soleadas por las luces del suroeste.

En esa gran diversidad se encuentra la pequeña bodega de colleiteiro Viña Carpazal, que el año pasado trajimos a esta sección porque presentaba sus vinos Selección, una cortísima edición de quinientas botellas de blanco y tinto. 

El viñedo lo conforman una multitud de fincas. Todas pequeñas. Algunas incluso minúsculas. Con sus 23 parcelas suma un total de una hectárea. Es un trabajo de titanes cuidar las cepas de esas pequeñas parcelas dispersas por el municipio. Pero semejante inconveniente desde el punto de vista práctico le aporta en cambio una enorme diversidad de características a las uvas que en ellas son cultivadas. Y es curioso porque, con todo ese bagaje de orientaciones, tipo de suelo, altitudes, su Viña Carpazal Treixadura no parece un vino monovarietal porque en sus aromas, en su paladar se encuentran los rasgos de tanta diversidad de emplazamientos, unos aportándole un punto más de acidez, otros, un gran equilibrio. Hay quienes defienden los vinos de finca, como expresión genuina del terruño, siguiendo el modelo francés. Y tienen razón. Pero también la tienen quienes como José Antonio Rodríguez ensamblan en un mismo vino uvas que tienen diferentes características, aunque sean de la misma variedad.

La bodega tiene un origen familiar pero su lanzamiento como bodega de colleiteiro está a punto de cumplir ocho años. Su capacidad no llega a los 20.000 litros y su producción apenas supera la mitad de esa cantidad. Un pequeño tesoro hecho con esfuerzo y, sobre todo con mucha pasión por toda la familia.

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