Ladairo, la bodega que tiene un viñedo ejemplar

El relevo generacional le ha sentado muy bien a Bodegas Ladairo. El fallecimiento de José Luis Vaz, su fundador, fue una gran pérdida para la denominación de origen Monterrei. Él fue uno de los promotores de la DO y un pionero en la elaboración de extraordinarios vinos. Pero su hija, Ana, y su yerno, Víctor, han asumido esta nueva etapa con una gran ilusión y dedicación. Y el resultado se hace visible, en primer lugar, porque sigue siendo la bodega con uno de los mejores viñedos de Galicia, cuidado con el mismo mimo y dedicación. Son 25 hectáreas, todas ellas emplazadas en el entorno de la bodega, en la parroquia de O Rosal, en el término municipal de Oímbra. Uno de esos viñedos tiene tras de sí más de un siglo de historia, porque había sido plantado por José García Barbón, el prócer verinés al que tanto le debemos los vigueses: desde el teatro que lleva su nombre, hoy en manos de Afundación, a la Escuela de Artes y Oficios, la actual Universidad Popular. Pero volvamos a la bodega. Ladairo cuenta con su propio viñedo que es la base con la que elaboran sus cuatro vinos. Pero también cuentan con la colaboración de viticultores del entorno a los que el equipo técnico, de viña y enólogo, hacen un seguimiento de campo a lo largo del año para garantizar que las uvas cumplen con los mismos requisitos que las que son de sus propias fincas. Actualmente tiene una producción que ronda las 300.000 botellas y la ampliación de la bodega, que se está llevando a cabo en distintas fases, va a permitir disponer de capacidad para 400.000. De ellas, el 65 por ciento es vino tinto. No es lo normal en Monterrei, donde sigue predominando el blanco. Pero la normalidad es un concepto estadístico, nada más. Lo natural, en cambio, es lo que se hace en esta bodega: que el tinto predomine sobre el blanco, porque tanto el suelo como el clima de este valle, al que no es casualidad que le llamen “la ribera del duero gallega” (El Támega es el último afluente español del Duero), se prestan a las uvas tintas. El contraste del calor del día en verano con la frescura de las noches, ese diferencial térmico, propicia una mejor maduración polifenólica, que es la que aporta la intensidad de aromas, el afrutado de su gusto, los elementos que hacen de estos vinos una auténtica joya enológica. Y buen ejemplo de ello son los dos vinos tintos con los que Bodegas Ladairo llega al mercado. Ladairo Colección de Familia es un tinto joven pero complejo, que muestra todos los grandes valores del valle en el que ha sido cultivado. Elaborado con en ensamblaje de Mencía y Araúxa, que es la Tempranillo de Monterrei, esa conjunción resulta excelente y ambas uvas dan lo mejor de sí mismas, sin necesidad de evolucionar en una posterior crianza. Varias veces ganador del premio al mejor vino tinto gallego, es un ejemplo de equilibrio a un precio asequible. Su hermano mayor, Ladairo Barrica es uno de los mejores tintos que se pueden beber en nuestro país. Mencía, Araúxa, algo de Bastardo, que es como se llama aquí a la Merenzao, que pasan por una crianza de 12 meses en barricas, mayoritariamente de roble francés de 300 litros y otros doce meses más en botella antes de salir al mercado. Son entre 6.000 y 8.000 botellas de un vino que tiene una vida muy efímera. No porque no aguante en botella. Todo lo contrario, su evolución en botella es magnífica. Lo que sucede es que con tan corta producción, se agota rápidamente. Una de las novedades de esta nueva etapa de Ladairo es la apuesta por el enoturismo. Pronto estarán terminadas las instalaciones destinadas a ofrecer al viajero y al visitante un espacio para degustar los vinos al lado de la bodega y una ruta para conocer unos viñedos que son francamente ejemplares.