La locura que se convierte en genialidad

Es un vino con buenos padrinos literarios. En su etiqueta se transcribe una estrofa de un poema de Rosalía de Castro al Carballo das Cen Pólas, uno de los emblemas de la parroquia en la que se encuentra esta bodega y que da nombre al vino que nos ocupa hoy. El nombre de la bodega, Reboraina, nos recuerda una novela de Ramón Otero Pedrayo, “O señorito da Reboraina”, cuya casa todavía sigue en pie a poca distancia de donde crecen en emparrado los pies de viña de la variedad Godello con la que se elabora este vino. Un monovarietal de Godello fuera de sus regiones naturales (Valdeorras, Ribeira Sacra, Bierzo, Monterrei...) es algo todavía inusual. Pero cuando se plantaron en Redondela hace ya muchos años, era considerado un auténtico despropósito. Mal clima para una uva tan delicada y tempranera. Pero pasadas esas calamidades que sufre el viticultor cuando se tiene que enfrentar a su cuidado, cuando se convierte en vino sufre una auténtica transfiguración. Se parece al Godello más continental pero luego en boca sigue s propio camino. Más frescura, un punto más de acidez, con las mismas notas frutales pero diferente. Es un Godello que hereda del Albariño el carácter de su tierra más atlántica. En fin, que quienes son verdaderos incondicionales de los godellos van a descubrir otro mundo que no es ni mejor ni peor, solo muy diferente y eso siempre atrae a los curiosos, entre los que se incluye quien esto escribe. Reboraina es una bodega que tiene una historia muy larga. El padre de su actual propietario plantó el viñedo en la década de 1950 y lo reestructuró a partir de los años setenta. La gran paradoja es que en tierra de emparrados, domina la espaldera, sistema de conducción en el que están plantadas más de cuatro hectáreas de Albariño, mientras que el emparrado se reservó al Godello, que en muy pocas fincas de Galicia se va a encontrar formando ese singular entramado de las parras del Oeste de Galicia. Tanto el Godello como el Albariño van a agradar mucho a quienes lo prueben. Redondela, en contra de lo que se piensa, es tierra de larga historia vitivinícola y una de sus parroquias, O Viso, lindante con Soutomaior, siempre tuvo mejor vino que su vecino, aunqueRías Baixas puso su frontera del peor lado. Ahora el otro es la IGP Ribeiras do Morrazo.