ENTREVISTA

Manuel Vázquez, pasión y paciencia

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photo_camera Manuel Vázquez.

Dirige el mayor grupo bodeguero gallego y defiende el valor de la empresa familiar para afrontar los desafíos de un sector muy competitivo.

Hace casi diez años que Manuel Vázquez, (Ourense, 1969) se puso al frente del grupo Bodegas Gallegas, fundado por su padre, tras el fallecimiento de éste, en agosto de 2009. Estudió Ciencias Empresariales en Madrid, ciudad en la que completó su formación con un master en dirección de empresa. Su vocación, ya desde niño fue seguir los pasos de su padre al frente de la empresa familiar. “Cuando estaba en el colegio y nos preguntaban qué queríamos ser de mayores, yo decía empresario, y sorprendía mucho cuando otros decían, futbolista, actor, escritor… a mí me gustaba lo que veía en casa, cómo trabajaba mi padre, cómo ponía en marcha sus negocios”.

1. ¿Qué recuerdos tiene de su etapa de universitario en Madrid?

Tengo muy gratos recuerdos de aquella época de estudiante universitario. Creo que es una de las mejores etapas de la vida en una persona, porque, si te organizas bien, puedes llevar bien los estudios y divertirte. Creo que es una de las fases más importantes para una persona, sobre todo, si la llevas a cabo fuera de casa, porque te obliga a valerte por ti mismo, a organizarte y a formarte, claro. Yo vivía en el colegio mayor Santiago Galas Arce, que era un colegio hispano mexicano, lamentablemente ya lo han derribado, pero tengo muy gratos recuerdos y de hecho nos volvimos a reunir a los veinte años.

2. ¿Hubo alguna razón por la que eligió ese colegio mayor?

Sí, es cierto. Era el colegio mayor en el que había más ourensanos. Yo conocía a algunos de los Maristas, el colegio en el que estudié, aunque eran unos cursos mayores que yo, y el encontrarte con conocidos hacía que te sintieras más arropado. Después ya vino mi hermana a estudiar a Madrid y comíamos juntos todos los domingos.

3. Volvió a Ourense, ¿morriña o vocación?

Vocación. A mí me tiraba mucho volver y trabajar en el negocio familiar, pese a que en el Instituto de Empresa, donde había estudiado el máster me insistieron en que me quedase de profesor. Pero a pesar de que mi padre era muy reservado a la hora de hablar de los negocios, era algo que vivía en casa y me gustaba, quería incorporarme a la empresa familiar. De hecho aprovechaba los veranos para hacer prácticas, pero no en la parte más empresarial. Recuerdo, por ejemplo, en Bodegas Arnoya ponerme a lavar los pipotes, llenar los garrafones y conocía así a todos los que trabajaban allí, sentía que aquella era una familia y quería integrarme en ella. De hecho, cuando estaba estudiando la carrera o el máster vivía los estudios de otra manera, porque cuando te ponían un caso, veías en muchas ocasiones problemas y soluciones muy similares a las que se vivían en el negocio familiar.

4. ¿Qué habría dicho su padre, si por ejemplo, quisiera ser austronauta?

Me habría dicho que me preparase bien. Él no incidió en lo que yo quería ser. Tuve absoluta libertad. Sí era muy exigente a la hora de que nos preparásemos de que estuviéramos seguros de lo que queríamos ser. Pero yo tenía claro que quería ser empresario como él y seguir el negocio familiar. Y con mi hijo pasa igual. Hace poco, en una comida familiar le preguntaron y dijo que quería estudiar o ADE o una ingeniería y luego un master en dirección de empresa, y seguir la misma línea. 

5. ¿Cómo inició su vida laboral?

A finales de 1993 me incorporé. Llegas con mucha formación teórica y aquí hay que pasarla a la práctica, así que al principio fue como una pasantía, en la que vas aprendiendo la realidad de la empresa con la ayuda de los demás. Me incorporé en Aguas de Sousas y estuve allí hasta 2007, que fue cuando me incorporé al mundo del vino.

6. ¿Y cómo fue ese tránsito?

En primer lugar, aprendes que cuando hay por el medio, campo, viñedos, uvas… las cosas tienen su ciclo y su tiempo. Ya no eres dueño de todas las decisiones porque dependes de circunstancias como una cosecha, la evolución de un viñedo… El mundo del vino te obliga a cultivar la paciencia. Al principio, además, tuve que formarme, y ya en agosto de 2009, cuando falleció mi padre, me apoyé mucho en el equipo que tenía él para tomar el relevo.

7. Una de sus primeras decisiones fue la compra de Alanís 

Ya teníamos Rectoral de Amandi y funcionaba muy bien, una bodega en Ribeira Sacra, también Rectoral do Umia en Rías Baixas, que estaba iniciándose, llevábamos vendimia y media y queríamos tener una en el Ribeiro. Surgió la oportunidad y apostamos fuerte por ella.

8. ¿Sabe cuántas hectáreas tiene de viñedo?

Incluso por fincas. En Ribeira Sacra tenemos 4: de 22, 10 y 120 hectáreas que ya están en producción y otras treinta más, en plantación. En Rías Baixas, 35 en producción, 20 en plantación y otras cuarenta hectáreas más que están en preparación. Realizar plantaciones en Galicia no es fácil. En Fenavin hablaba con una cooperativa extremeña que me contaban que tenían una finca de 300 hectáreas. Aquí, conseguir una finca de cien es toda una aventura, porque tienes que, construir un mosaico de pequeñas parcelas, cuyos propietarios muchas veces están en el extranjero, en América, o ya han fallecido y son de muchos herederos y hay que ponerlos de acuerdo.

9. Además del viñedo, el grupo cuenta con muchos viticultores

Sí. Mantenemos acuerdos a largo plazo con viticultores, lo que les permite garantizar la viabilidad de sus viñedos, e incluso realizar inversiones. Para nosotros ese vínculo con los viticultores del Ribeiro, Ribeira Sacra o Rías Baixas es fundamental. De hecho, muchas veces recurrimos a la compra de viñedos cuando vemos que falla el relevo generacional y se produce el abandono del viñedo. Intentamos paliar eso y garantizar nuestro crecimiento con viñedos propios.

10. ¿Es compatible ser el grupo bodeguero más grande de Galicia y una empresa familiar?

Yo creo que es la clave de nuestro éxito. Esa relación familiar se mantiene con los proveedodores y viticultores de la misma manera que con los trabajadores. Hay personas que trabajan con nosotros que ya son la tercera generación de una misma familia. Permite crear vínculos que ayudan mucho en los momentos más difíciles. Para mí es un valor importante. Creo que todos damos mucho más de nosotros, por lealtad, por amistad y eso nos ayuda a afrontar nuevos retos.

En este año acumulan más premios que ningún otro grupo gallego. su padre se sentiría orgulloso, me imagino

Sí. Creo que estaría orgulloso de nosotros, pero no diría nada para que no bajásemos la guardia. Él siempre decía que el mundo de la empresa es como subir el Tourmalet, no se puede dejar de pedalear. Así que no lo diría abiertamente, pero sí. Estaría orgulloso.

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