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¿Por qué, Medea, por qué?

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La venganza es vida mientras esta se consume por el odio. ¨Sí,prenderé fuego a la morada nupcial o les atravesaré el hígado con afilada espada”.

Medea es ficción, Medea es mito. Medeas son muchas, Eurípides, Séneca, etc.; Medea universal, sin fronteras del tiempo. Tragedia, drama, venganza. ¨Que nadie me tenga por floja, débil e indolente...” La venganza es vida mientras esta se consume por el odio. ¨Sí,prenderé fuego a la morada nupcial o les atravesaré el hígado con afilada espada”.

Medea, presa de la furia, del rencor, calcula, con la frialdad del hielo, la destrucción de Jasón, Glauce y su padre. Ellos no tienen la culpa, pero están ahí y forman parte de ella; para hacer más daño a su marido acabará con sus propios hijos. Después, un carro de serpientes aladas guiará sus pasos hacia Atenas.

Atrás, bien atrás, un viaje, en busca del vellocino de oro, destino. La Cólquida. Los Argonautas te salvaron, ellos fueron los héroes. Con ellos tu amada Medea, hija de Eates, el rey de ese país. Es ella quien te ayuda a superar las pruebas, a robar el vellocino de oro, y a huir hacia Corintio. Allá tu tragedia, Jasón.

¨Jasón me debes un hermano”. El poder impone condiciones; Medea, te ayudó en la muerte de Pelias, él había matado a tu padre. Pero aquel amor, y sus frutos han sido mancillados, tu lecho, deshonrado. Te prometiste a Glauce, hija del rey de Creonte; ¡Ay, el coste de la traición!.

Pretenden -Medea- que abandones Corintio; el mal, la tragedia se mastica pastosa. No valen lamentos, el coro de mujeres poco puede hacer más allá de escuchar tu llanto, el hombre por el que dejaste a tu familia, tu tierra, te ha traicionado.

Creonte -el rey- suspira tu destierro, que abandones Corintio y dejes vía libre para que tu amado se case con la princesa. Él -Jasón- también te lo pide; tú sólo pides tiempo para asumir; las palabras cruzan en tu mente como si fueran lanzas. Les haces ver que eres sumisa pero tú no vas a soportar sola el repudio y el destierro; la venganza queda escrita, ¨Hacer de una recién casada una antorcha nupcial”; con falsedades le haces creer a tu amado que aceptas su boda y tu destierro. La princesa Glauce desconfía de tu presente, ese vestido impregnado de pócima mortal que tus propios hijos han portado. Duda, pero acepta, el veneno arrasa su piel que la quema como un ácido, muriendo ella y su padre, el rey Creonte. Jasón no tiene réplica, o no otra que sus/tus propios hijos. ¿Por qué, Medea, por que? Eran tus hijos.

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