Medio siglo en la cuna de la hostelería gallega

Nogueira de Ramuín lanzó al mundo a los afiladores, Parada de Sil a los barquilleros y Soutomaior, a cocineros y camareros. Los encontrábamos a principios del XX en el Gran Hotel de Mondariz, en el Balneario de Cabreiroá y a medida que avanzaba el siglo fueron extendiéndose por el Palace, el Ritz y otros grandes establecimientos. Arcade, la parroquia costera de Soutomaior, acumula la mayor densidad de restaurantes y casas de comida de Galicia. Allí ejerce desde hace 52 años Manuel Amoedo, el decano de los hosteleros de Soutomaior. Comenzó en el desaparecido 501, famoso por sus ostras, los chocos en su tinta y el cabrito en la década de 1970. En 1986 fundó el Avenida que hoy, al igual que Manuel Amoedo, es el más veterano de los restaurantes de Arcade. El negocio familiar lleva 37 años practicando una cocina tradicional centrada en pescados y mariscos que Manuel va a comprar a la lonja todos los días. “Ahora es buen tiempo para comer centolla de la ría porque está a un precio mucho más asequible que en diciembre y están saliendo muy buenas”, nos dice. Enero suele ser un mes muy concurrido por ese motivo.

Con 66 años, Manuel Amoedo piensa en seguir todavía algún tiempo más. Ya se ha incorporado la segunda generación, los hijos de los fundadores, pero a él le gusta estar al frente del cotarro. Quienes conozcan de antiguo este restaurante y vuelvan se encontrarán prácticamente a los mismos camareros, solo que más viejos. La estabilidad en el personal, junto con su buena materia prima es una de las claves de su éxito. “El personal que llega a nuestro restaurante se jubila en él”, explica su propietario.

La cocina del mar tiene aquí uno de sus mejores en el que los domingos no faltan los callos, que es otra de sus tradiciones. La acompaña una carta de vinos muy extensa en la que destacan con una amplísima selección, los blancos gallegos. Todas las DO están representadas y de una manera ejemplar.   

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