Miguel Mosquera presenta su proyecto de arte contra el fuego

Los incendios se han convertido en un drama histórico en nuestro entorno. Un drama que Miguel Mosquera (Ourense, 1953) ha plasmado en una exposición “Proxecto incendios 2017-2020 que permanece abierta en el Museo de Artes do Gravado de Ribeira hasta el 25 de enero próximo y que luego viajará a Ourense y Vigo para exponerse en el Centro Cultural Marcos Valcarcel y la Fundación Laxeiro, respectivamente. Artista de larga trayectoria y un amplio dominio de diferentes técnicas pictóricas, Mosquera explora el ensamblaje de materiales, la fusión de diferentes técnicas, el uso del grabado y la incorporación de la voz poética en un discurso contra la insensiblidad frente al fuego, o la indiferencia, que hace que cada año el drama se repita desde hace más de medio siglo. ¿QUÉ RECUERDOS TIENE DE SU INFANCIA EN OURENSE? Recuerdos muy felices, en el entorno de la plaza mayor donde vivíamos y donde mi abuelo tenía una cuchillería, mi madre una academia de corte y confección. Era un vecindario muy agradable, muy familiar, y a mí me gustaba pasar tiempo al salir del colegio en la cuchillería de mi abuelo. Se había especializado en el afilado de cuchillas de imprenta, navajas de barbero… resultaba muy entretenido. EN GRAN PARTE DE SU OBRA HAY TÉCNICAS EN LAS QUE ENSAMBLA DIFERENTES MATERIALES. ¿INFLUYÓ EN ELLO ESE AMBIENTE ARTESANO EN EL QUE SE CRIO? Aunque en el inicio de mi actividad me movía por las técnicas más convencionales, como el óleo, por ejemplo, sí que es cierto que pronto empecé a interesarme por materiales que habían tenido un uso determinado y reconducirlos para integrarlos en un proyecto artístico en el que ya me gustaba manejar diferentes texturas y materiales. De hecho, fui evolucionando por ese camino. SU PRIMERA EXPOSICIÓN FUE CON 18 AÑOS, EN 1971. ¿LA RECUERDA? Sí, claro. Fue no Volter do Tucho, aquí en Ourense. Eran óleos, de figuras humanas, animales, una obra muy primigenia que, sobre todo, sirve para ver la evolución de mi trabajo en el tiempo. ¿LUEGO YA VINO ESE CARÁCTER DE INCORPORAR ELEMENTOS ADICIONALES A LA PINTURA? Eso fue ya muy pronto. Yo tenía alma de ensamblador, de carpintero, artesano porque a mí siempre me interesó todo. Esa curiosidad que hace que quieras ampliar tu ámbito más allá de la pintura. Luego vino también mi interés por la obra gráfica y empecé a trabajar el grabado. EN ESE CONSTANTE INDAGAR, ¿DÓNDE ENCONTRABA SUS FUENTES DE INSPIRACIÓN? En mi entorno, sin dudas. Ya viviendo en Santa Martiña do Monte, aquí en el entorno había mucha gente que iba cada día al rianxo de la plaza de Ourense con sus frutas y verduras y me interesaban las piezas con las que hacían los semilleros y de hecho me inspiré en esas piezas para realizar unas obras que recogían la simbología del trabajo en la huerta. ¿CÓMO NACE EL PROXECTO INCENDIOS? Nace de una imagen repetida, de un olor a fuego, a humo, que recuerdo desde niño, cuando llegaba una época del año en el que todos los que vivíamos en Ourense o en su entorno empezábamos a vivir esa experiencia. Incluso, cuando me vine a vivir a Santa Mariña, hace cuarenta años, me cuadró en el mes de agosto y uno de los primeros recuerdos que tengo de aquel tiempo es el tañido de la campana de la iglesia llamando a los vecinos para luchar contra el fuego porque los bomberos, que tenían que venir desde Ourense, nunca sabías cuándo iban a llegar. La conciencia del fuego, cuando además vives en una comunidad rural es algo que tienes dentro de ti. ¿Y CÓMO LO ESTRUCTURÓ? Primero fui buscando las zonas haciendo una selección dentro de las que habían resultado especialmente afectadas aquel año 2017, como Paderne de Allariz, Baños de Molgas, Lobios y las recorro como si fuese un CSI, recogiendo muestras de la ceniza en blisters de plástico. IMAGINO QUE PARA USTED RESULTARÍA UN ESCENARIO TERRIBLE Yo llegaba cuando ya habían actuado los bomberos y el incendio había desaparecido por completo. Pero lo que más me impresionaba de aquellos escenarios era el silencio. Un silencio sobre silencio, sobrecogedor, totalmente absoluto. Ni un pájaro. ni el ruido de un insecto. Era brutal. ESE PRIMER MATERIAL LUEGO LLEVA UN ENVOLTORIO Y A PARTIR DE AHÍ SE ESTRUCTURA LA EXPOSICIÓN. ¿CÓMO LO HACE? La ceniza embolsada se introduce en una caja de cartón kraft que se diseña para tal efecto. Estas cajas se instalan sobre unos muebles que también son diseñados por mi y luego está la parte más gráfica, en la que yo recojo los datos del lugar en el que se produjo el incendio y del propio incendio y luego entra ya la parte más, digamos emotiva en la que trato de llamar contra el fuego porque con él perdemos mucho más que la tierra. Perdemos nuestro paisaje, nuestra historia, nuestras referencias y acabamos perdiendo incluso nuestro propio futuro y el de las generaciones venideras. Y LUEGO LLEGÓ 2020 ¿QUÉ SUCEDIÓ ENTONCES? Como era casi lógico, volvieron los incendios y en 2020 decidí escoger las zonas más endémicas en las que más incendios se producen. Hablamos de la zona arraiana, desde Xinzo, Monterrei, el Xurés… Y luego empecé la fase de documentación. Recopilando los datos sobre incendios del ministerio de Medio Ambiente, y descubrí que desde 1991 hasta 2020 se habían producido en Galicia más de 190.000 incendios. Si a ello se le suma que el 85 por ciento de los incendios son provocados, ya sea por voluntad o por accidente, lo que nos queda pensar es que somos muy negligentes y que tiene que haber un cambio en la conciencia ciudadana para romper con esta terrible tendencia que arrastramos desde hace décadas. Y esa es la razón de mi proyecto. Tratar de concienciar, a través de esta exposición de que este no puede seguir siendo el camino. LA PUESTA EN ESCENA INCLUYE NUMEROSOS ELEMENTOS Así es. Es un todo que se desgrana en esos elementos que aportan los datos, los poemas y textos poéticos con los que colaboran varios escritores, la parte gráfica la que es más plástica y que tiene por objeto concienciar a quienes vienen a ver la exposición de que el fuego no puede ser un problema permanente. Tenemos que tomar medidas cada uno de nosotros para frenar esta lacra que nos azota y exigir que se tomen medidas diferentes a las llevadas a cabo hasta ahora que, como se ve, han fracasado porque el problema sigue ahí tal como vimos el pasado verano. Pero hay una parte de negligencia, por ejemplo del que va a rozar con una máquina pensando que nada va a suceder porque “yo esto lo controlo” y luego provoca el incendio por una chispa, que ya no debería volver a ocurrir jamás.