Tiene una generosa carta con especialidades de la cocina gallega de mar e interior, siempre con un aire de modernidad sin perder la perspectiva tradicional
Conocí este restaurante hace ya más de treinta y cinco años, y ya era un establecimiento rompedor. Y no era fácil, porque en aquel tiempo todavía estaba abierta, no muy lejos, “Casa Trabazos”, una singularísima casa de comidas con ambiente de tienda de ultramarinos que tenía uno de los mejores jarretes del mundo y unos cocidos prodigiosos.
Cuando el Nixon abrió sus puertas, hacía unos meses que otro Nixon, Richard, había dejado la Casa Blanca, por su turbia participación en el caso Watergate. Son, por tanto, casi 45 años los que suma este histórico establecimiento, que sigue siendo familiar, ya en manos de la segunda generación, y que aunque tiene una generosa carta con especialidades de la cocina gallega de mar e interior, siempre con un aire de modernidad sin perder la perspectiva tradicional, ha sabido marcar su propio camino en uno de los productos estrella de A Estrada: el salmón. Ya es raro encontrar salmón salvaje, salvo ahumado, y mucho más en Galicia, a pesar de que A Estrada es un extenso municipio con ríos salmoneros. Pero en la cocina del Nixon se realizan auténticos prodigios creativos con salmón, ahumado o fresco como ingrediente principal. Platos y tapas en las que se combinan contrastes como el helado de queso y el jugo de maracuyá, o la manzana al Oporto con reducción de vinagre de Módena. El resto de la carta, al igual que los postres están a la altura de comienzos tan interesantes.
Cocina creativa como decía y a la vez respetuosa con los valores tradicionales en un ambiente muy acogedor, lleno de nostálgicos recuerdos que nos muestran esas cuatro décadas y media de trabajo bien hecho en la cocina y también en el comedor, a un precio razonable.
