DE LA TIERRA

La piel de los cítricos no siempre es comestible

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Muchas recetas, y no solo de repostería, utilizan entre sus ingredientes la piel o la ralladura de la piel de cítricos como la naranja, el pomelo, la mandarina o el limón. Sin embargo el uso de químicos de distinta naturaleza hacen recomendable, cuando menos, lavar la fruta a conciencia.

Tienen nombres muy raros  y la verdad es que suenan muy peligrosos. La legislación comunitaria obliga a declarar los productos químicos que se utilizan en el proceso de envasado y conservación de las frutas que se venden en Europa. Eso significa que en la misma etiqueta donde aparece la variedad, la categoría o calidad y el origen, deben estar descritos todos los elementos que han sido utilizados para darle ese aspecto tan brillante, así como los químicos empleados para que se demore su deterioro o la aparición de moho.

Imazalil, Tiabendazol, Pirimetanil, son algunos de los compoentes que encontraremos en etiquetas de mandarinas, naranjas, limones, pomelos e incluso otros cítricos. También en algunas frutas tropicales, para facilitar no solo la conservación sino el aspecto lustroso en su largo viaje desde los países de origen, en África o en América.

Quienes tienen árboles frutales en casa o en las huertas de amigos y familiares saben que ni los limones ni las naranjas, ni el resto de las frutas salen tan brillantes de la naturaleza.  El cuento de Blancanieves y la brillante manzana envenenada debería de servirnos de advertencia.
Tanto la goma laca como la cera empleada en dar un aspecto atractivo a los cítricos, como los fungicidas y conservantes que se aplican en los lavados previos a su empaquetado resultan, aparentemente inocuos para la salud, siempre que no utilicemos la piel de esas frutas  y que nos lavemos las manos tras pelarlas.

¿Qué hacer entonces? En primer lugar, vigilar en las etiquetas qué componentes utilizan en origen. Las frutas certificadas con el sello de agricultura ecológica están exentas de estos aditivos y conservantes.  Si se van a utilizar la piel en ralladura o como ingreciente en la elaboración de mermeladas y confituras, antes hay que lavarlas muy concienzudamente, con agua caliente y jabón y la ayuda de una esponja, ya que algunos de esos componentes, en pequeñas dosis resultan inocuos, pero su efecto bioacumulativo pueden causar trastornos metabólicos además de otras patologías más graves. La función preventiva de estos químicos tienen sus efectos adversos.

En general, las fábricas de mermeladas y confituras suelen trabajar en origen, con frutas que se adquieren antes de llegar a ese proceso de "maquillado" para su posterior distribución a diferentes mercados. Pero ¿qué pasa con las confituras y mermeladas domésticas?  ¿qué sucede con el té al limón que tomamos en las cafeterías? ¿Y los combinados y bebidas refrescantes que llevan una rodaja de lima, limón o naranja que consumimos cuando tomamos algo fuera de casa? 

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