LITERALMENTE

Ptalmis, el hombre que quiso ser rey

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Nació y creció como hombre del rey de Macedonia, Filipo, y compañero de Alejandro, convirtiéndose en uno de sus generales. A la muerte del Magno, se hizo con su cuerpo y logró lo que buscaba: rey y fundador de la última dinastía egipcia.

La historia de Ptalmis o Ptolomeo como es más conocido –su nombre en griego significa “Guerrero”- se inicia en Macedonia. Era hijo de Lagos, un noble de lo que entonces era una lejana provincia griega, semi-bárbara y despreciada por el resto de la Hélade, donde Atenas y Esparta eran los referentes. La llegada al trono de Filipo supuso un giro absoluto a la historia macedonia tras organizar el ejército y crear la famosa falange, que se convirtió en invencible. El hijo de Filipo, Alejandro, pronto ascendió a comandante de la caballería y audaz estratega: padre e hijo conquistaron Grecia pero Filipo no impuso su dominio y sólo exigió ser Hegemon Panhelénico, jefe de todos los griegos y líder de la coalición contra los persas. 

Tras su muerte, Ptolomeo siguió a su amigo y compañero en su cruzada por Asia, siendo ascendido en varias ocasiones y alcanzando el grado máximo, de compañero del rey. Cuando Alejandro falleció, Ptolomeo era gobernador de Egipto. La guerra entre los sucesores de Alejandro se saldó con el reparto del imperio, pero Ptolomeo fue el primero que tuvo claro que una sola persona no podría quedarse con todo y decidió echar raíces en Egipto, una tierra que hasta ese momento le era del todo desconocida. 

Para darse mayor solidez, secuestró el cadáver del Magno, que viajaba en un cortejo fúnebre hacia Grecia, desviándolo a Egipto. Primero estuvo durante un tiempo en un escondite en Menfis, la antigua capital,  y más tarde se llevó el cuerpo para su exhibición en un edificio en Alejandría, la ciudad que había fundado el propio conquistador en su breve estancia en el país. Aunque la guerra con sus antiguos compañeros de milicia se mantuvo durante años, Ptolomeo se hizo fuerte en el país del Nilo, del que decidió coronarse como rey, declarando su independencia del imperio macedonio. Nacía así la última dinastía en  3.000 años de civilización egipcia,  la XXXIII o “lágida”. También sería una de las más longevas, casi 300 años consecutivos.
Ptolomeo era griego y también sus dioses, por lo que decidió fusionarlos con los locales, creando entre otros a Serapis, una mezcla de Amón y Zeus. Se hizo retratar como un faraón, y como él todos los ptolomeos que le siguieron, si bien era pura apariencia externa: sólo Cleopatra, la última de la familia, hablaba egipcio. También adoptaron la costumbre de la Dinastía XVIII de desposarse entre hermanos, como hizo Ptolomeo Filadelfo, así denominado por amar a su hermana.

Sólo el general Ptolomeo  entre los antiguos compañeros de Alejandro triunfó en la vida: fue el único que murió en la cama como rey en una ciudad fundada por su amigo y el primero de un linaje que se extendería durante 300 años o incluso más allá. Dos Ptolomeo fueron famosos ya una vez convertido el país en provincia de Roma: uno, el nieto de Cleopatra, llamado Ptolomeo el Mauritano, que también fue soberano y que murió asesinado en Roma por el emperador Calígula; el otro, Ptolomeo el astrónomo, que vivió en Alejandría en el siglo II, creador de la primera teoría sobre el movimiento de los astros, en vigor durante al menos quince siglos…

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