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Quinta de Couselo, la primera bodega de O Rosal

El viñedo está repartido en dos fincas que suman un total de 8 hectáreas. “A Cheira”, es la que rodea la bodega, de 2 hectáreas. “Sobral”, o del Monte, está a 50 metros sobre el nivel del mar.

1864. Es la primera fecha en la que se documenta la bodega de Quinta de Couselo, después de haber sido un viñedo propiedad del Monasterio de Santa María de Oia, del que había quedado desvinculado tras una de las múltiples desamortizaciones llevadas a cabo a lo largo del siglo XIX. Con este antecedente, se convierte en la más bodega en activo más antigua de esta región vinícola de la desembocadura del Miño que forma parte de la denominación de origen Rías Baixas como subzona desde su fundación, a finales de la década de 1980 y, desde ese primer momento también, está integrada esta bodega que no se ha preocupado por crecer, sino por mantener un alto estándar de calidad con sus vinos blancos, especialmente el que protagoniza esta sección de hoy.

El viñedo está repartido en dos fincas que suman un total de 8 hectáreas. “A Cheira”, es la que rodea la bodega, de 2 hectáreas. “Sobral”, o del Monte, está a 50 metros sobre el nivel del mar. Destaca la singularidad de su suelo pizarroso, más propio del entorno de Valdeorras que del último tramo del Miño. 

La variedad Albariño predomina en un viñedo en el que también hay plantaciones de Caíño blanco y Loureira, que en esta zona de Galicia también denominan Marqués. Con estas tres variedades, primando con un 90 por ciento la Albariño, se elabora el rosal, un polivarietal que es exclusivo de esta zona vinícola

Quinta de Couselo es, conjuntamente con el de Santiago Ruiz el primer rosal que se elaboró y etiquetó bajo el amparo de la DO Rías Baixas, siguiendo la tradición de una bodega que ya entonces era centenaria. Las características del suelo y del clima de esta zona y el uso de emparrado, conjuntamente con la espaldera, le confieren a este vino unas características genuinamente apegadas a su tierra. Pese a su graduación alcohólica, propia de viñedos del interior, mantiene la frescura y la acidez que le aportan las tres variedades con las que se conjuga el ensamblaje. Es un vino muy equilibrado, fresco, que aporta los matices del terroir y los que le proporcionan las tres variedades. Un vino que va a sorprender, muy positivamente, a quien lo pruebe.

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