Un tinto que reivindica el pasado del Ribeiro

Cada vez son más las bodegas del Ribeiro que apuestan por la memoria histórica de esta región vinícola en la que en sus quinientos años de devenir el vino tinto dominó de manera abrumadora sobre el blanco, salvo en las últimas cinco décadas. A día de hoy el tinto representa en torno a un ocho por ciento de la producción total de la denominación de origen, pero ya es más de lo que fue hace apenas una década, cuando ese ocho por ciento era menos de la mitad. Nairoa, la bodega más grande del municipio de Arnoia, se ha decantado también por sacar adelante un vino tinto que mantenga el mismo nivel de calidad de sus blancos. Alberte, Alberte doble lías y Val de Nairoa han puesto el listón muy alto y se encuentran, sin lugar a dudas, entre los mejores blancos del Ribeiro. Alberte tinto quiere ocupar ese mismo nicho, una labor sin duda épica porque en los vinos como en casi todo en la vida, la inercia de la costumbre es una grave losa que se enfrenta a todo cambio. Ha costado décadas librar una batalla que ha colocado los blancos del Ribeiro y del resto de Galicia entre los mejores del mundo. El esfuerzo para hacer lo propio con los tintos será titánico porque se enfrenta además a la hegemonía de regiones vinícolas tradicionalmente tintas como Rioja o Ribera del Duero. Con una elaboración en la que se cuida de manera minuciosa la selección de los racimos, Alberte tinto es un vino que tiene como punto de partida el ensamblaje de dos uvas que por ser muy distintas se complementan magníficamente. Por una parte la Mencía, tan frutal, cuya implantación en el Ribeiro es relativamente reciente. Por otra, la Caíño, y en este caso Caíño longo que es una de las muchas subvariedades que llevan este nombre. Caíño es una de las uvas históricas del último tramo del Miño. Aporta frescura, intensidad y un punto de acidez. Juntas dan un vino muy equilibrado tanto en grado alcohólico como en acidez, color, aromas y sabor. La apuesta es clara: es posible hacer un vino tinto de gran calidad que puede demostrar toda su potencialidad sin necesidad de someterlo a una crianza en madera. Un vino joven que alegra una comida de verano como una carne a la parrilla o un cocido en invierno. La única pega es que solo elaboran tres mil botellas. Hay un antes y un después en la historia de Bodegas Nairoa desde que fue fundada en 1999. Es la fecha en la que Guillermo Díez se hizo cargo de la dirección. No solo ha dado un salto significativo en la comercialización, promoción, la exportación, el sello de Galicia Calidade... también a la hora de elegir cómo tienen que ser los vinos. Y así son ahora los vinos de Nairoa, capaces de evocar el pasado histórico del Ribeiro, como este tinto y de estar en la vanguardia, siempre por delante, como en los blancos.