VITICULTURA

Un Torrontés que vence el paso del tiempo

Adega Avelina Cougil
photo_camera Viñedos de la Adega Avelina Cougil.

Lorenzo y su mujer Avelina fundaron en 1998 la bodega de colleiteiro Avelina Cougil, tras haber reestructurado el viñedo familiar en 1993 e ir ampliándolo hasta tener en la actualidad tres hectáreas repartidas en tres fincas

Si nos guiamos por lo que abunda escrito en distintas publicaciones digitales, la variedad Torrontés tiene dos patrias: Argentina y el Ribeiro. Ciertamente, hay dos uvas, a ambos lados del Atlántico con el mismo nombre. Pero se trata de variedades diferentes. Al probar la argentina, uno ya se da cuenta que estamos ante una de las muchas variedades de la Moscatel de Alejandría, muy perfumada, baja acidez y golosa. La variedad ourensana es autóctona y lleva siglos arraigada en los valles del Miño y el Avia, extendiéndose con posterioridad a otras regiones vinícolas de Galicia como el Condado. Es la segunda variedad autóctona más abundante del Ribeiro, pero su uso está habitualmente destinado a ensamblar en polivarietales dominados por la Treixadura. Solamente hay dos vinos monovarietales de Torrontés y Olleros Lorenzo es el único que tiene crianza sobre lías, lo que ha servido a Lorenzo Álvarez para demostrar que evoluciona positivamente con el paso del tiempo.

Lorenzo y su mujer Avelina fundaron en 1998 la bodega de colleiteiro Avelina Cougil, tras haber reestructurado el viñedo familiar en 1993 e ir ampliándolo hasta tener en la actualidad tres hectáreas repartidas en tres fincas, todas ellas en la parroquia de Puga, en Toén. En el viñedo dominan las variedades blancas, que son las únicas que vinifican en la bodega. Hacen, aemás un poco de vino tinto, pero solo para consumo propio. Este año tienen 25.000 litros de sus tres blancos: dos polivarietales y un monovarietal. Los primeros son: Montecelo, un vino joven, fresco, de trago muy agradable y un gusto sencillo pero divertido, y Val da Cova, con un predominio de Treixadura y además, Godello, Loureira y Lado. Es un vino más complejo, con esa riqueza de matices que aportan tan excelentes variedades y que se manifiestan de manera tan singular en el Ribeiro.

El tercero, nuestro protagonista de hoy es Olleros Lorenzo, todo un ejercicio de vinicultura y sabiduría. Una uva que para muchos es arte menor, demostrando una peculiar evolución gracias a diez meses de crianza sobre lías finas. Un vino con matices nuevos, que gana en boca. 

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