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Treinta cosechas de grandes vinos de Valdeorras

Viñedo en Valdeorras

La Trigésima. Así podría llamarse la añada de los vinos de esta bodega de Vilamartín de Valdeorras que se estrenó con la cosecha de 1989, el mismo año que nacieron Los Simpson. En estos treinta años, Ruchel fue creciendo en todos los sentidos. En volumen de producción de vino, en viñedos propios, aunque siguen contando con la colaboración de viticultores del entorno para alcanzar en torno a las doscientas mil botellas anuales y lo que no es menos importante, en ampliar un catálogo de vinos, buscando siempre las esencias de las variedades con las que trabajan y el paisaje en el que se desarrollan. 

En este camino de tres décadas fue la primera bodega de Valdeorras que se sumó a Galicia Calidade, lo que supuso un importante espaldarazo para esta familia que ha tenido como emblema siempre la calidad. Y aunque en su legítimo afán está conseguir que sus vinos se vendan, y preferiblemente que se vendan muy bien, no han claudicado haciendo vinos comerciales de esos que siempre agradan pero dicen más bien poco. Muy al contrario. Sus vinos gustan, y gustan mucho, porque tienen mucho que decir de la tierra en la que se crían sus viñas, del calor de sus veranos, el fresco de sus inviernos y la brisa que suaviza ambas estaciones gracias a la influencia del Sil.

En su catálogo hay vinos, de los que ya hemos hablando en esta sección, como el Godello Cova de Baladal, o la Garnacha Crianza, o el Godello del año de Secretos, la misma marca que comparte este monovarietal de Mencía. Los godellos son muy expresivos, muy afrutados y golosos. Este Mencía, también es afrutado. Un vino al que la juventud no le sienta nada mal, pero gana en botella si se bebe al año siguiente de su embotellado. Que Valdeorras es tierra de buenos tintos es un mérito que se debe al esfuerzo de bodegas como Ruchel que desde el primer momento apostaron por vinos muy sinceros, lo cual no deja de ser una apuesta muy arriesgada en un mundo en el que los gustos siguen marcándolos décadas de hegemonía de riojas que tienen su mérito indiscutible pero hay vida y vinos de calidad mucho más cerca y con su propia personalidad que no tiene nada que envidiarles.



Bodeguera | Inma López, de Bodega Ruchel

Tomó el relevo de su padre al frente de esta bodega famiilar y hoy le imprime su propio carácter. Reconoce que los vinos blancos del año siguen siendo los que mandan en Valdeorras y los que más seguidores tienen tanto en el resto de Galicia como en el mundo entero. Pero ella persevera, dando siempre lo mejor, tanto en esos vinos como en los tintos, a los que poco a poco les está llegando el favor de un público que cuando los conoce ya no se desapega de ellos. Porque ni el mundo ni el vino son de un solo color.

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