viticultura

Triay, Monterrei con carácter femenino

Triay finca
photo_camera Viñedos Triay, en Monterrei.
En el caso de la DO de Monterrei la presencia femenina se hace más patente, ya que al frente está Lara da Silva, una mujer que sucede a otra que previamente estuvo en su cargo

Que el mundo del vino tiene cada vez más mujeres al frente de las bodegas es algo que ya nadie pone en duda. En realidad, el vino nunca fue solo cosa de hombres en Galicia, pues la mujer, en igualdad de esfuerzo, trabajaba las viñas desde hace generaciones.

En el caso de la Denominación de Origen de Monterrei esa presencia femenina se hace más patente. Al frente de la DO está Lara da Silva, una mujer que sucede a otra que previamente estuvo en su cargo. La vicepresidencia también está en manos de una mujer y hay un importante porcentaje de mujeres al frente de bodegas o trabajado en pie de igualdad con los hombres. Lo vemos en Crego e Monaguillo, en Ladairo y en la que nos ocupa hoy, Triay, que se encuentra muy cerquita de la anterior, en O Rosal, en Oímbra. Triay es el apellido de Antonio A. Triay, pero la propiedad viene de herencia a su mujer, Purificación García.

Ella recibió de su padre un viñedo que plantó, junto con su madre, ya entonces era cosa de dos, que suma un total de cuatro hectáreas en varias fincas. 

El viñedo está dedicado a las variedades autóctonas primordiales de Monterrei: en blancas, domina la Godello y en tintas, la Mencía. El Godello, que ya pasó por esta sección hace unos años es el vino mayoritario tanto en el viñedo como en la bodega. Pero cada vez van cobrando más reconocimiento los tintos de esta región vinícola. Más que cobrarlo, yo diría que recuperarlo porque en Monterrei, como en toda Galicia, los vinos históricos, aquellos que se elaboraban para su venta y exportación a otras tierras eran los tintos. Entre otras razones, porque los tintos, con más cuerpo y estructura, tenían una vida más larga y eso era importante, cuando hablamos de un transporte dificultoso.

Triay cuenta en su viñedo con Mencía y, en pequeña proporción, con Araúxa, la tempranillo de Moterrei. La presencia o no de esta última en el vino va a depender de cada añada. El objetivo es redondear un vino que se caracteriza por un agradable paso en boca que viene precedido por un aroma en el que la intensidad frutal de la Mencía se impone con esos rasgos de frutos rojos. Un vino suave y equilibrado. 

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