TECNOLOGÍA

El usuario, su smartphone y la revolución pendiente

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La gran mayoría de usuarios no necesita ni conoce la potencia o prestaciones de su teléfono

La carrera para obtener la mejor tecnología sin renunciar a las prestaciones está cada vez más cerca de llegar a un punto sin retorno entre fabricantes y consumidores. La brecha digital entre quienes pueden permitirse económicamente el acceso a las nuevas tecnologías y los que deben conformarse con un acceso más limitado tanto en tiempo como en aplicaciones alcanza un punto de no retorno, en el que las principales marcas han empezado a darse cuenta de lo agotado que está un modo de producción que ha llegado a sus límites.

La tecnología no es cara, la innovación sí. Este argumento tan sencillo como demoledor es lo que acabó con el mercado del portátil doméstico, y va camino de hacerlo con la hasta ahora gama media de telefonía móvil. En la actual prácticamente cualquier terminal es capaz de hacer lo mismo que otro.  La gran mayoría de usuarios no necesita ni conoce la potencia o prestaciones de su teléfono, incluso algunas opciones de gamas premium, como el pago inalámbrico, las conexiones NFC o seguridad avanzada, no se llegan a utilizar nunca.

El smartphone se ha democratizado, al igual que las tablets. Ya no son un artículo de lujo. Y los fabricantes se han dado cuenta de ello.

La apuesta por una tecnología para todos ha supuesto un aumento del consumo de contenidos, que es donde se encuentra el auténtico filón de los fabricantes: obtener contenidos exclusivos y diferenciarse de la competencia bajo circunstancias similares.

Desde versiones de android personalizadas hasta aplicaciones optimizadas para un determinado terminal, la lucha actual de marcas como samsung, Sony o LG  va más allá de ofrecer un artículo de lujo: es ofrecer una experiencia completa y una tasa mínima de errores.

A día de hoy el hardware (los componentes que forman el terminal) sobrepasan las capacidades de cualquier usuario. La memoria del dispositivo es superior a la de muchos ordenadores de sobremesa, sus procesadores no se aprovecharán y la resolución de las pantallas es en gran parte de los terminales mayor que la de la televisión de casa.

El próximo paso es una nueva revolución en la relación entre usuario y dispositivo, similar a la que realizó Apple en 2007 con el iPhone, no en potenciar ineficazmente los dispositivos y terminales .

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