CON BUENA LETRA

Vila-matas y otras bizarreces

Hoy, que tras varios años sin leerlo, he vuelto a coger libros suyos, completo este perfil resolviendo que Vila-Matas es una especie de Paul Auster pero, en vez de americano, español

Una vez, hace mil años, un amigo me invitó a una fiesta de gente chic: estudiantes de cine, actores, dibujantes… Allí me fui yo: me senté en un sofá y me agarré a un vaso de ron dispuesta a observar. De pronto, el chico sentado a mi lado, hasta entonces dormido, se despertó y empezó a gritar e insultarme, rematando su intervención con un empujón que me tiró del sofá. Al día siguiente, este ser averiguó mi dirección y se plantó en mi casa pertrechado con unas sentidas disculpas (“creo que me echaron algo en la copa”), y dos préstamos: su colección de Calvin&Hobbes y un libro de Enrique Vila-Matas, “Bartebly y compañía”. Así fue como conocí a Vila-Matas y, leyéndole, me di cuenta de que la anécdota de mi llegada hasta él, era digna de sus propios libros.

Tras “Bartebly y compañía”, curioso recuento de escritores que nunca escribieron, me tiré de cabeza al resto de sus libros, construyendo, tras su lectura, el perfil de un escritor no muy conocido en nuestro país pero que en Europa está considerado uno de los mejores. Digo que fui construyendo su perfil porque clasificar a Vila-Matas es una tarea rara y divertida. Hoy, que tras varios años sin leerlo, he vuelto a coger libros suyos, completo este perfil resolviendo que Vila-Matas es una especie de Paul Auster pero, en vez de americano, español; o sea, en vez de tomarse a sí mismo y su escritura súper en serio, se analiza con un fino e irónico sentido del humor. A veces lo percibo tan bizarro y postmoderno que hasta ourensano me parece.

Así que aquí van mis agradecimientos al hosco y entrañable dibujante que me prestó a Vila-Matas: estoy casi segura de que nadie le echó nada en la copa y que tanto los gritos y el empujón como sus disculpas y préstamos literarios son todo mérito de él.

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