La virtuosa diversidad que define el Ribeiro

Como todos los años desde 2012, la DO Ribeiro celebró su gala anual, ahora ya restituida al mes habitual tras dos años en los que la pandemia la movió por el calendario en los meses de diciembre en 2020 y noviembre en 2021. Es la fiesta en la que bodegueros y colleiteiros reconocen con sus premios la labor de profesionales de diferentes ámbitos en la defensa del vino en general y del vino del Ribeiro en particular. Pero lo verdaderamente interesante en lo que a esta sección concierne, se refiere a la cata oficial de la que salen, cada año, los premios que el propio consejo regulador otorga a los mejores vinos blancos y tintos de bodegas y de colleiteiros. Cuatro vino que se convierten así, en los elegidos a convertirse en profetas en tierra propia. Tras varios concursos internacionales en los que el Ribeiro ha estado obteniendo unos excelentes resultados fuera de casa, llegó el momento de ver cuáles son los vinos llamados a convertirse en los mejores del Ribeiro según el propio Ribeiro.

En el caso de los vinos tintos, el jurado optó por dos vinos de variedades históricamente arraigadas en esta región vinícola. Seguramente, son las mismas que habría podido encontrar un viajero que llegase a Ribadavia, por ejemplo, hace ciento cincuenta años: Sousón, Brancellao y Caíño. Tres uvas muy vinculadas al Miño, desde la Ribeira Sacra hasta su desembocadura. En aquel tiempo la Mencía, si existía en Galicia tendría un carácter meramente anecdótico. Ambos vinos son de la cosecha de 2020.

En el caso de los blancos, esta vez de la añada de 2021, la más reciente, sirven también para ejemplificar la tipología de vinos que se elaboran en el Ribeiro. Torre de Olivar es un monovarietal de Treixadura, la variedad reina de la región. Eduardo Peña ensambla cinco variedades: Treixadura, Albariño, Godello, Lado y Loureira. Un vino de finca monovarietal y un polivarietal definen por igual la diversidad que ha enriquecido, especialmente en las últimas décadas, el panorama vitivinícola de la denominación de origen más veterana, una característica que se ha convertido en una de sus más virtuosas señas de identidad.  

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Benigno Ríos Mosquera comenzó como viticultor y lanzó su primer vino, ya como bodega, con la añada de 2018. El trabajo en la viña sigue siendo la clave del éxito de sus vinos, que se caracterizan por una gran expresividad y, en el caso de este tinto, de un breve paso por barrica, lo justo para que el carácter frutal de sus variedades siga dominando tanto en nariz como en boca.

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Libro es la marca con la que Antonio Cajide puso en el mercado dos vinos de una gran personalidad. En el caso de este tinto, cuenta con una ligera crianza de tres meses en barrica de roble que hace que el ensamblaje de las tres variedades que lo integran se afinen de una manera muy armoniosa. La madera apenas tiene otra presencia que un sutil matiz.

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La finca Torre do Olivar, de once hectáreas, mira al Miño hacia el naciente desde Puga, en Toén. Su nombre nos recuerda un pasado de cultivo olivarero y una torre que todavía preside la ladera desde su punto más alto. Un vino de finca, en el que se seleccionan cuidadosamente los mejores racimos de Treixadura, la variedad dominante de ese viñedo, para elaborar este vino.

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Y aguas abajo, en la misma ladera del Miño pero ya en Castrelo de Miño se encuentra el viñedo de esta bodega de colleiteiro. Un viñedo extraordinariamente cuidado y de una gran diversidad varietal, lo que se traslada luego a sus vinos. Eduardo Peña define en cada botella ese paisaje: en el que nace y el que se puede ver, dominando buena parte del Ribeiro.

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