La sardina llegará dentro de uno o dos meses, pero merece la pena disfrutarlas fritas,que es la forma más rápida de prepararlas, o guisadas con unas patatitas, cebolla y unas tiras de pimiento.
Las sardinas se van y vienen. Parece que siguen la frase del evangelio de San Juan, “dentro de poco ya no me veréis, pero un poco más tarde me volveréis a ver”. En el caso de las sardinas se debe a la depredación humana que llega incluso a dejar exhaustos sus caladeros. Sucedió en el Mediterráneo en el siglo XVIII y los industriales catalanes del salazón se vinieron a Galicia, porque aquí seguían siendo abundantes. En el XIX, fueron los franceses quienes se quedaron sin sardinas y trasladaron la incipiente industria conservera se vino a Galicia, donde comenzó a prosperar hasta el punto de que el 90 por ciento de todas las conserveras de pescado de España se encontraban en las Rías Bajas. Ahora son las sardinas de esta región del Atlántico las que han desaparecido y con la llegada de la temporada de los pescados azules las que encontramos en las pescaderías son del Mediterráneo. Más caras que de costumbre, porque cada vez hay menos, pero muy ricas, porque al ser un már más cálido que el nuestro, están en comida mucho antes. Todavia son xoubas, porque la sardina llegará dentro de uno o dos meses, pero merece la pena disfrutarlas fritas,que es la forma más rápida de prepararlas, o guisadas con unas patatitas, cebolla y unas tiras de pimiento.
