Xin Zheng, “Ourense me ha dado un montón"

Xin Zheng
Con casi una década de trabajo en la ciudad, Xin Zheng habla de cómo la vida le ha traído hasta Ourense

Hablar de la provincia de Qingtian no es muy diferente a hacerlo de la Galicia de hace 40 o 50 años. De allí proceden la gran mayoría de los residentes chinos con los que cuenta hoy España. “Es un pueblo con mucha tradición de emigrar”. Y es, además, el lugar de origen de Xin Zheng, propietario de XinXun Tecnophone, un establecimiento de la calle Progreso especializado en la reparación de teléfonos móviles. 

Desde allí, desde Qingtian llegó en el año 2004 a España siguiendo el camino de sus padres y haciendo parada primero en Madrid. “Mis padres se vinieron a Europa en los años 90; primero a Alemania y después, a Francia, pero allí era más complicado conseguir el premiso de residencia”, explica Xin. 

Los trámites eran más sencillos en España, donde ha habido diferentes iniciativas para facilitar estos permisos, y, por eso, los Zheng establecieron aquí su nuevo hogar. El viaje desde Madrid hasta Ourense lo hizo movido por los lazos familiares. “Mis padres tienen un negocio en A Coruña y elegimos venir a Ourense para estar cerca de ellos”, cuenta. De esta decisión hace ya casi una década. “Llegamos en 2014” y, desde entonces, se han convertido en imprescindibles de una de las principales arterias de la ciudad.  

Poco a poco fueron aprendiendo el idioma, adaptándose a las nuevas costumbres y echando raíces en su nueva casa. “La vida aquí es muy tranquila”, explica Xin. Incluso demasiado, reconoce. “Lo que más me gusta de vivir en Ourense es que es una ciudad pequeña en comparación con Madrid y vivimos más tranquilos, pero faltan opciones de ocio para divertirnos”. Con todo, está realmente agradecido a un lugar que “me ha dado un montón”. Su negocio “pronto empezó a tener ingresos y, tras nueve años aquí, por fortuna trabajo no nos falta”.

Contra lo que es habitual en la población china en Galicia, que suele optar por abrir negocios de bazares con productos variados, Xin Zheng decidió especializarse en telefonía móvil. “Por cuestiones económicas no pude acabar mi carrera universitaria y tenía un amigo que sabía reparar muy bien los teléfonos, así que me fui a aprender con él”. De ese modo, se convirtió en un negocio con gran éxito en Ourense. “Hoy todo el mundo tiene móvil y por eso me pareció que podía ser una buena opción emprender este negocio”. Y acertó. 

Origen y destino

Tras casi una década en Ourense, Xin y su familia están plenamente adaptados a las costumbres locales. “Cuando llega Navidad mucha gente me felicita las fiestas aunque dicen que yo no las celebro, pero celebramos más Nochebuena y Fin de Año que el Año Nuevo chino”. Y lo hacen con toda la lógica. “El año nuevo lunar no siempre coincide en fin de semana o en día festivo y no lo podemos celebrar; sin embargo, las celebraciones del calendario solar, que es el que se sigue aquí, son días festivos y los podemos celebrar mejor”. Aunque si la ocasión del Año Nuevo chino se lo permite y la familia está cerca “tratamos de juntarnos, claro”.

Son más de 15.800 kilómetros los que separan Qingtian de Ourense. Algo más de un tercio de la circunferencia total de la Tierra. Con todo, estos dos extremos del mapamundi comparten algunas similitudes. Y no solo esa condición de pueblos emigrantes a la que hace referencia Xin, sino también en su clima. “Es muy similar, Qingtian es una provincia costera y cuando llegaba a Madrid sentía mucha sequedad, incluso me picaba la piel”. 

Sin embargo, son otras tantas las diferencias. “El desarrollo allí es muchísimo más rápido”. Tanto, que Xin cree que no conocería su ciudad hoy si volviese porque algo similar le pasó ya hace siete años. “Llevo muchísimo tiempo sin volver a China, llegué aquí en 2004 y volví en 2006; en solo dos años hubo un cambio tan grande que ni conocía las calles”. El ritmo aquí camina a otra velocidad. “Aquí en diez años veo que está todo prácticamente igual, nos movemos más despacio”.

Aunque han pasado siete años desde su última visita, Qingtian sigue conservando un lugar destacado en la vida de Xin Zheng y su familia. “Cuando tengo tiempo veo vídeos y noticias de mi zona y veo que se está desarrollando mucho”. Es “natural”, cuenta, seguir queriendo saber del lugar que le vio nacer, “como os ocurre a los españoles cuando estáis fuera y véis algo de vuestro país, os llama la atención”. 

Eso a pesar de que “en Qingtian solo me queda una abuela, es la única persona muy cercana que tengo allí; luego tengo también tíos y tías por parte de padre y madre”. Es su caso, explica, “hay otros chinos que todavía tienen allí mucha familia”.

La suya está prácticamente aquí. De hecho, elegir Ourense como destino de su vida le permite mantener un contacto constante con sus padres porque la distancia que separa la capital ourensana con A Coruña es un chiste si se extrapola al mapa del gigante asiático. Para situar su zona de origen en el mapa explica que “es una provincia que está debajo de Shanghai”, pero recuerda de forma anecdótica que “cuando tuve que hacer el visado y todos los trámites para venir a España, el autobús tardaba seis horas en llegar allí desde donde yo vivía, es como ir de Vigo a Madrid”.

Otro ejemplo que utiliza para que tomemos conciencia de las tremendas magnitudes de su país es que “el tren tardaba 28 horas en llegar a Pekín”. Más de un día de viaje que “ahora se reduce muchísimo con un tren de alta velocidad” que han habilitado y del que se ha enterado ya desde Ourense. Lo que aquí son viajes “de extremo a extremo, allí son distancias cortas”.

No queda otra opción más que relativizar los kilómetros si tenemos en cuenta que la extensión de España son algo más de medio millón de kilómetros cuadrados pero la de China supera los nueve millones y medio. 

Las costumbres

Qingtian será siempre su lugar de origen, pero su vida está ahora en Ourense y se confiesa muy adaptado a las costumbres y cultura de aquí. Excepto a nivel gastronómico. “Sobre todo la comida, la seguimos comiendo mayoritariamente con ingredientes y platos de China, seguimos conservando nuestra forma de cocinar”. El resto de su vida no dista de la de cualquier ciudadano más. 

Xin Zheng, el referente ourensano en devolver la vida y curar las enfermedades de nuestros teléfonos, está a punto de cumplir su primera década en la ciudad. Con “mucho trabajo” y “muy agradecido” a sus gentes por “todo lo que me han dado”, es uno de esos nuevos ourensanos que hablan otro idioma pero que se han convertido en fundamentales para nuestra economía y nuestra vida diaria.

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