Monterrei. Campeonato de salto de altura del provincial. Una deportista perdió su prueba y corrió para llorar su fracaso. Un abrazo fue suficiente para secar las lágrimas de la deportista
El deporte siempre deja escenas maravillosas. A veces, de película. Ya sea por la alegría del éxito o por el llanto de aquel esfuerzo insuficiente para vencer. El pasado sábado, las instalaciones de Monterrei volvieron a reunir a los atletas más jóvenes de la provincia. Entre todos ellos, una deportista que participaba en la prueba de salto de altura. Fue la penúltima en caer eliminada. Mostró ganas, expuso su esfuerzo y todo su potencial para sobrepasar el listón, pero falló. El calor un inconveniente, el cansancio una losa y la marca una realidad. El fracaso fue inmediato.
La escena no terminó ahí. Siguió como cualquier fábula. La deportista corrió a abrazar a un adulto que la apoyaba. Al contrario que muchos otros, no cesó de animarla e intentar convencerla que podría conseguir el objetivo. Ella no lo consiguió y él, sabedor del apoyo que necesitaba ella en ese momento, no dudó en sonreír por el esfuerzo de la pequeña, darle un mensaje de ánimo y ofrecerle uno de esos abrazos tan necesitados en un momento de decepción. Las lágrimas del objetivo fallido fueron menos duras sabiendo que esos brazos siempre estarán abiertos para sobrellevar el fracaso y saltar de alegría con el éxito. Para eso están los adultos, para enseñar a los más pequeños. Al fin y al cabo, lo importante es participar y dar lo mejor de uno mismo en cada momento de la vida.
