Volando rumbo al sueño olímpico

Lo de volar muy alto es algo que lleva en el ADN. Melania Rodríguez, natural de Ponteareas, defiende los colores del Ximnasia Burgas. Y está acostumbrada a hacerlo desde el podio. Doble minitramp o trampolín son sus especialidades. Esta ha sido su temporada. En mayúsculas. Un curso plagado de éxitos que culminó con un oro en los World Games de EEUU. “Estoy exageradamente contenta. Se llaman “Juegos Mundiales” pero en realidad son unos Juegos Olímpicos para los deportes no olímpicos. Había un nivel muy alto y fue complicado. Llegaba tras una temporada de muchas competiciones, con un gran desgaste. Necesitaba la adrenalina de la competición para poder hacer mis resultados”, analiza Rodríguez. Tuvo que adaptarse para subirse a lo más alto del podio. Una virtud. Y es que la realidad obligó a hacer cambios sobre la marcha. "En la fase preliminar ya vi que las rivales hacían saltos de muchísima dificultad. No solo cuatro o cinco, todas. Pasé a la Final 1 y me tocó saltar la séptima. Menos mal porque pude ver los saltos que hacían las otras y pude cambiar el mío para subir el nivel. Si no no hubiera pasado a la final 2. Cambiamos todo. Ya en la ronda decisiva salté la última. Sabía que si hacía bien ese salto tenía el oro. Con los jueces nunca se sabe, pero era lo lógico. Y lo clavé", recuerda. Reinventarse. Como hizo en el 2020 cuando decidió tomarse un respiro deportivo.“Estaba cansada y dije 'paro'. Sabía que iba a volver, pero lo quería hacer mejor y más fuerte. Y así fue”. Aprovecha sus últimos días de descanso antes de volver a encender el motor. “En noviembre tocará el Mundial en Bulgaria, donde espero hacer cama elástica y doble mini tramp. Pero me centraré más en trampolín, porque el año que viene comienza la clasificación olímpica para París 2024. Hay que darlo todo. Es un sueño complicado, pero realista. Es posible”. Un trabajo que realizará con Pablo Hinojar e Isaura Hermida, sus entrenadores y algo más. “Son mis entrenadores de toda la vida. Tengo claro que si no llego a estar con ellos, no hubiese conseguido nada. Me saben llevar, me entienden. Y no solo en lo deportivo", sentencia. Un camino que empezó de niña y que todavía tiene mucho recorrido. “Con cinco años era un trasto en casa y mi madre dijo ‘tengo que meter a esta niña en algo’. Me llevó a gimnasia rítmica, pero la entrenadora le dijo que para eso no servía, que me apuntase a artística. Y también comencé con el trampolín, pero me centré más en artística. Fui a Madrid pero, por circunstancias, la dejé y regresé al trampolín”. Los datos lo avalan: una gran decisión.