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¿Camina o revienta?

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photo_camera Caminar es una forma sencilla de mantenerse en forma.
Caminar también es barato, pues tan sólo necesitamos calzado y ropa deportiva. Y por pasear, de momento, todavía no nos cobran

A vueltas con los 10.000 pasos hace unos 10 años, más concretamente el 3 de junio de 2009, anduvimos enredando con este tema en el blog “Cartas de Aloysius”, por aquello de que el verano se encontraba en puertas y el buen tiempo animaba para hacer ejercicio al aire libre. Comentábamos entonces que los médicos solíamos recomendar caminar a nuestros pacientes, una forma simple y sencilla de mantenerse en forma, cada cual a su ritmo según sus propias limitaciones.

Caminar también es barato, pues tan sólo necesitamos calzado y ropa deportiva. Y por pasear, de momento, todavía no nos cobran matrículas ni cuotas. Un poco para establecer una meta, nos aventuramos con aquella cifra de los 10.000 pasos. En la práctica, dicha cantidad vendría a significar entre 1.100 y 1.650 pasos por kilómetro, dependiendo de la persona, el tamaño de su zancada y su entrenamiento previo, quemando de paso unas 400 calorías, mientras se emplearía más o menos una hora para andar esa distancia.

 No obstante, hemos conocido hace poco las recomendaciones de un trabajo llevado a cabo en los Estados Unidos, concluyendo que el beneficio de caminar se alcanzaba inclusive con tan solo 4.400 pasos diarios. El equipo dirigido por el Doctor I-Min Lee del Hospital Brigham and Women y la Facultad de Medicina de Harvard en Boston, publicó en la prestigiosa revista JAMA Internal Medicine unos resultados aplicables a las personas menos activas, abarcando a los más jóvenes. 

Otra llamativa conclusión de este estudio fue que todos los pasos cuentan, ya que un número modesto de ellos se asocia a una menor mortalidad. Tras un seguimiento promedio de 4,3 años, estos investigadores analizaron los datos procedentes de 16.741 mujeres con una edad media de 72 años, clasificadas en cuatro grupos según la distancia que caminaban diariamente. Así pudieron constatar el número de mujeres fallecidas en cada cuartil. 

Las participantes en el estudio caminaban diariamente cerca de 5.500 pasos, medidos por un podómetro incorporado a sus teléfonos inteligentes. 

Durante esos algo más de cuatro años, fallecieron 504 mujeres de las 16.741 iniciales. Las que alcanzaron los 4.400 pasos, tuvieron una menor tasa de mortalidad que aquellas que promediaron 2.700. Descensos de mortalidad adicionales se verificaron, pero solamente entre las que alcanzaron los 7.500 pasos. Al tener en cuenta la cantidad de zancadas, quedó descartada la influencia de caminar más o menos rápido. Pero como también se hace camino al andar, no se les recomendó bajar su ritmo a las mujeres capaces de caminar 10.000 pasos. Como afirma Aloysius, el caso es caminar, sin reventar.

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