En la meta del tramo número 35 del Rally Sanremo de 1990, el inolvidable Vignai, Carlos Sainz y Luis Moya lograron de forma matemática los puntos para convertirse en Campeones del Mundo de rallys. Un hecho histórico para un país que salvo los éxitos de Zanini en el Europeo y distintos papeles destacados de pilotos nacionales en pruebas del Mundial no había destacado especialmente, más si cabe con la escasa tradición sobre tierra del Nacional patrio.
La precocidad del joven Sainz (28 años) ya había llamado la atención de los medios en temporadas anteriores y el año 90 fue la confirmación ante la todopoderosa Lancia, con un equipo formado por Auriol y Kankkunen.
El primer tercio de la temporada fue de nubes y claros (segundo en Montecarlo y el abandono de Portugal), pero a partir del Acrópolis, en el que logró su primera victoria en el Mundial supuso el golpe definitivo a su carrera. Nueva Zelanda y Finlandia posteriormente fueron el empujón en forma de victoria definitivo para que España se sumase a la Sainzmanía y todos, quien más y quien menos, prestase atención al madrileño y al coruñés que corrían con el Toyota por el mundo adelante.
La falta de consistencia de Auriol, a caballo entre la victoria y los abandonos (y alguna que otra irregularidad que no se pudo demostrar como la del turbo de Montecarlo), permitió que Sainz llegase a Sanremo dependiendo de sí mismo para hacerse con un entorchado con más valor del que se podía imaginar por aquel entonces.
Por delante más de 600 kilómetros contra el cronómetro en un rally mixto, no jugaron con la calculadora. Se alternaron con Auriol y Kankkunen en los puestoss de podio y hasta hubo momento para la incertidumbre, cuando una salida de carretera de los españoles puso en juego sus opciones.
En casa de Lancia, rodeado por un mar de vehículos italianos a gran nivel, Sainz y Moya supieron reponerse del error en el que se dejaron casi tres minutos y llegaron a la meta de ese tramo en Vignai como campeones del Mundo de Rallys, el inicio de una carrera que les llevó a vencer otra prueba más en el 90 (el RAC) y posteriormente otras 22 citas del Mundial.
Un Sainz, que marcó a una generación y se convirtió en una superestrella nacional. Protagonista de videojuegos, anuncios de todo tipo y distintas apariciones en los medios de comunicación le hicieron referente de una serie de nuevos pilotos que destacaron a continuación a nivel mundial, siempre a la sombra de ‘El Matador’, que en 92 repitió título y vio como se le escapaban, no sin cierta ¿mala suerte? Dos o tres campeonatos más.
Posteriormente, una carrera brillante en el Dakar y distintos proyectos para fomentar el mundo de los rallys en España, como el Sainz Junior Team, equipo que visitó el Rally de Ourense en dos ocasiones, primero con los Seat Ibiza y posteriormente con los Ford Puma Kit Car.
En 2020 su labor de promoción del deporte del motor y su figura de luchador y trabajador incansable fue reconocido con el Premio Princesa de Asturias del Deporte.
