reportaje

Alaska, pescando ideas para trasladar al Támega

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photo_camera Pérez posa con una de las capturas que realizó en su estancia en Alaska.

Xosé Alfonso Pérez lleva medio siglo pescando. El pasado verano viajó hasta Alaska, merced a un permiso para pescar en sus ríos que aguardó durante años. Allí, la gestión fluvial es muy distinta a la experimentada en Galicia.

Una explotación racional y ecológica de los ríos, fundamentada en el disfrute de la naturaleza y en el aprovechamiento económico sostenible, sería un modelo que podría volver a revivir a los ríos gallegos. Esta es la opinión de Xosé Alfonso Pérez,  "Ponchi", pescador "premium" que después de 50 años de afición ha acudido a finales de este verano a Alaska, donde pescó 200 kilogramos de salmón -incluyendo un ejemplar de más de un metro- con un permiso especial de 26 días, por el que tuvo que esperar varios años. "Los ríos, para estar vivos, dependen del amor que se les tenga", afirma este apasionado pescador de Verín, "y el amor puede ser incentivado con la pasión, pero también por la inteligencia que se aplique a la gestión de sus cotos y territorios", explica. 

Como ejemplo de esa gestión inteligente que se echa en falta en Galicia, contrapone el sistema de cuotas impuesto por la administración americana en Alaska. "Allí no hay tallas mínimas, hay tallas máximas", señala, "porque lo que se trata de proteger es a los ejemplares adultos, grandes, que han sabido sobrevivir, y así se potencia la selección natural del más dotado, al revés que aquí". Afirma que el sistema de tallas mínimas elimina precisamente las truchas o salmones más aptos, empeorando el estado de la especie. 

Asimismo, señala la tríada de defectos de la administración fluvial española: "El actual sistema de vedas es inútil, los ríos no se vigilan y los cauces están mal gestionados". Sobre las vedas, su opinión es tajante. "Lo que funciona es la pesca sin muerte, por tramos, que es muy fácil de gestionar y vigilar"; los vedados, simplemente se incumplen, afirma. Asimismo, tras su reciente experiencia en Alaska, es muy crítico con la falta de vigilancia en nuestros ríos. "En Alaska", explica, "la tecnificación es tan grande que nos controlaban las especies y los tamaños -tarea reservada aquí para los guardas medioambientales- desde el aire, mediante un dron, y para ello estabamos obligados a llevarlas colgando del cinturón", relata como ejemplo de la enorme diferencia entre los dos modelos. 

Mucho más personal y medios tecnológicos sería la solución, "teniendo en cuenta que allí los cuarteles de pesca son tan grandes como Galicia entera", dice, "para garantizar el cumplimiento de las normas". Una regulación, la salvaguarda total de los cauces y el mantenimiento del caudal ecológico -como apuntaron las jornadas del Támega realizadas en Verín el año pasado- son las claves para revitalizar los ríos. "Actualmente nuestros ríos tienen sombra de más", afirma, "por un exceso de proteccionismo, lo que hace que no haya microfauna, y eso repercute en la flora, y por ende en todas las especies".

Donación para salvaguardar la toponimia fluvial

La pasión de Xosé Alfonso Pérez es tan grande que, como herrero de profesión, prepara la donación al Concello de Verín de una serie de placas de acero con el nombre de los topónimos de los pozos del Támega, para evitar que se pierdan con el tiempo y el abandono de la interactuación con el río: " Aquí, los ríos están muertos, no se vigila ni se cuidan de los vertidos ni las otras agresiones que sufren, pero pese a ello la Administración cobra por unas licencias ficticias, como si te cobraran por ir a un cine sin película. Son nombres como 'las señoritas', 'O Mefa' o 'Pozo Negro', que desde tiempos inmemoriales designan a estos lugares, y realizaré esta donación para que continúen en el acervo colectivo y no se pierdan con el tiempo", dice Pérez. 
 

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