Hostelería

El bar Liló de Verín baja la persiana después de 80 años: "Canto chorei!"

Verín. 15/03/2021.  Entrevista a Mila Pérez, que recientemente ha cerrado su bar Liló, en la plaza mayor de Verín.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Mila Pérez, en el bar Liló. // Foto: Xesús Fariñas
En 1940 un vecino de Verín, de la familia de los "Lilós", abrió un bar en la Plaza: el bar Liló, que generación tras generación forjó un nombre en la villa. Ahora, bajó -temporalmente- la persiana, a la espera de que vengan tiempos mejores.

Si hablamos de "Milagritos ou Mila do Liló" muchos reconocerán a esta mujer que, desde que nació, vivió el día a día de su bar familiar en Verín, en plena Praza Maior.

Milagros Pérez es la cara visible del bar Liló, un negocio que se levantó ya en el año 1940, en manos de su padre y que, tras su fallecimiento, heredó el hermano de los hijos Pérez, para acabar ella al frente del negocio en 1998 hasta el 2014, cuando se lo cedió a unos particulares, que lo mantuvieron a flote hasta hace escasas semanas -cerraron "temporalmente", por la situación causada por el coronavirus-.

Con tantos años e historias a cuestas, tener la persiana bajada se hace raro para cualquier verinense que transite la Praza Maior y a Milagros se le parte el corazón al ver todos los días el local vacío: "Canto chorei, non podo acordarme moito porque me emociono, dame moita pena telo cerrado", cuenta Mila con las lágrimas en los ojos.

Verín. 15/03/2021.  Entrevista a Mila Pérez, que recientemente ha cerrado su bar Liló, en la plaza mayor de Verín.
Foto: Xesús Fariñas

Y es que, los gerentes del Liló tienen dos negocios más en la Plaza y debido a las condiciones de los locales decidieron pasar las quinielas que estaban en el Liló a otro local y cerrar este.

Cuando nació Mila (1946), el Liló ya tenía las quinielas, que forman parte de la historia del bar desde 1944 y, desde entonces, la dueña asegura que "déronse moi bos premios; cando era nena meu pai deu un de 16 millóns de pesetas", algo que siempre benefició a este local. "Desde que o collín eu tamén din dous moi bos premios", añade.

Así, las ganancias de las quinielas eran un "plus" que se sumaba al día a día de un pequeño negocio que vivía de sus clientes, que a diario se acercaban por el trato cercano y el respeto que se respiraba en el local: "Meu pai sempre impuxo que con educación se movía o mundo, o respeto ante todo", cuenta Mila.

Pero no solo el día a día y las quinielas aportaban beneficios a esta humilde familia, sino que las mejores ganancias llegaban en Entroido y en Lázaro. "Cando era pequena meu pai chegaba con fardos de billetes para contar do Lázaro, e anos despois gañou forza o Entroido, que foi un bum, faciamos para todo o ano", relata Mila echando las manos a la cabeza al acordarse de lo que se trabajaba en Entroido.

No es para menos, porque en la semana de Entroido, en el Liló "fíxose moito moito diñeiro, pero tamén o cansancio era horrible, eu recordo que igual durmía unha ou duas horas cada día, unha loucura", insiste Mila.

Y así, tras muchos años trabajando por sacar adelante el "Liló", Mila decidió colgar el delantal hace seis años porque "o bar é duro", cediéndoselo a sus vecinos hosteleros: "Dinllo pouco antes do Entroido, estaba moi cansadiña e pasaba unha época mala, xa nin me importaban os cartos, só a saúde".

Ahora, Mila espera ansiosa a que mejore la situación para volver a ver subir la persiana del Liló, que confía que resista ante todas las adversidades.

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