reportaje

Un tesoro sumido en la maleza

Juan Álvarez, alcalde pedáneo de A Moimenta, junto a Juan Colmenero, que vive en la aldea con su madre. Una de las tumbas medievales (izq.) y restos de la antigua escuela de A Moimenta.
photo_camera Juan Álvarez, alcalde pedáneo de A Moimenta, junto a Juan Colmenero, que vive en la aldea con su madre. Una de las tumbas medievales (izq.) y restos de la antigua escuela de A Moimenta.
En A Moimenta, Cualedro, la presencia de habitantes se remonta a la era medieval. Hoy, en pleno siglo XXI, tan sólo viven cinco personas. Se trata de una paradoja provocada por el éxodo rural, que afecta a un enclave arqueológico único.

Moimenta es uno de los municipios de Cualedro, junto a los de Corvaceiras y A Lamalonga, que corre riesgo inmediato de desaparecer. En el padrón de 2018 contaba con seis personas censadas pero, actualmente, tan sólo viven cinco durante todo el año. La situación no es más esperanzadora en A Lamalonga, con siete empadronados, o en Corvaceiras, con seis. 

El periodo estival no parece generar mucho movimiento en este pequeño pueblo, en donde existen numerosas casas en estado de total abandono y sumidas en la maleza. Precisamente, la falta de limpieza en el entorno de lo que un día fueron viviendas estuvo a punto de provocar un mal mayor durante los incendios que asolaron Cualedro en 2015 y que arrasaron más de 3.000 hectáreas. El fuego llegó a rebasar la última casa de A Moimenta, en donde vive su alcalde pedáneo, Juan Álvarez, pero la dirección del viento provocó que las llamas no se adentrasen en el interior del núcleo. "Aquí se vive bien, estamos acostumbrados", manifiesta, conformista, el pedáneo. "Si queremos ir al médico o al supermercado, pues llamamos al taxi y ya está", añade. 

A Moimenta nunca fue de los pueblos con más habitantes de Cualedro, pero llegó a tener más de 60 vecinos. "Por 1950 había mucha gente y cuando yo nací había mucha juventud y más de 20 'mozas', por lo menos", recuerda. "Lo que pasa es que la gente emigró, otros hicieron casa fuera o en pueblos más grandes y ya no volvieron", añade. 

La antigua escuela, de la que todavía se conservan los muros, da fe de que en A Moimenta hubo muchos niños, principalmente, durante la etapa franquista -en una de las piedras se mantiene intacto el símbolo del régimen-. "Venían de A Lamalonga, de Cualedro y también iban de por aquí", asegura el pedáneo. 

El 29 de junio es el día más señalado en esta pequeña aldea. La celebración de San Pedro abre todos los años la antigua capilla, en donde se oficia una misa anual. 

Pero si algo sorprende en A Moimenta -cuyo topónimo significa "enterramiento"- es su gran riqueza patrimonial, arqueológica e histórica. Es, cuanto menos, paradójico, que uno de los núcleos de la zona en los que la presencia de vestigios del alto medievo demuestra la existencia humana desde tiempos inmemoriales vaya a quedarse, ahora, desierto. Otro Juan, apellidado Colmenero, ejerce de guía turístico improvisado para todas aquellas personas que se interesan en descubrir las tumbas catalogadas de la era medieval en las inmediaciones de la aldea. 

No es fácil llegar a ellas, pues están rodeadas de maleza y suciedad. En las rocas aledañas hay fracturas que demuestran que fueron fragmentadas para construir algunas de las casas que ahora están a punto de derrumbarse. En este sentido, el regidor de Cualedro, Luciano Rivero, aseguró que estos sepulcros estaban en una masa común propiedad del banco de tierras de la Xunta, y que el Concello solicitó para ponerlas en valor. "Queremos limpiarlas y señalizarlas", explicó Rivero Cuquejo, quien aseguró que desde su administración no alcanzan a catalogar y poner en valor todos los vestigios. "Nosotros ahora mismo estamos un poco más centrados en A Saceda -Bien de Interés Cultural- y San Millán -en trámite-. En el Ayuntamiento tenemos más de cuarenta yacimientos arqueológicos, muchos petroglifos... no tenemos presupuesto para todo, vamos actuando según podemos", añade.

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