Después del fallido intento en Cea –no hubo vendedores tras otro cambio de criterio del Gobierno– Verín aterrizó en su “nueva normalidad” recuperando su tradicional mercado de todos los días 11, eso sí, abierto sólo con productos locales: huerta y carnicería. La plaza de la Alameda congregó a unos 13 feriantes separados entre sí por seis metros de distancia. El tiempo respetó la celebración del mercado, aunque alguno "levantó el chiringuito" antes de tiempo porque logró vender el "stock" casi en tiempo récord. Entre los productos más demandados: el "cebolo" gallego.
Elisabeth Sotelo, de Jamones Javier Martínez, que acudió a la villa del Támega a participar en una feria por primera vez después de dos meses, admitió que las pérdidas económicas derivadas de la imposibilidad de celebrar este tipo de mercados fueron importantes en su caso pues acude, normalmente, a más de 60 al mes. "La mañana está transcurriendo tranquila pero se ve que la gente, después de todo, no tiene tanto miedo. Nosotros tenemos tienda física en la Plaza de Abastos de Ourense y hacemos 60 ferias al mes", explica. "El 98 por ciento de nuestros ingresos lo trabajamos en los mercados. Tenemos ahora mismo nueve personas paradas en un ERTE. Todavía no han regresado a su puesto de trabajo porque, bueno, hay que ver cómo evoluciona todo", añade.
Como en cualquier establecimiento físico, los tenderos tuvieron que pedir a sus clientes –especialmente durante las horas centrales de la mañana- que se ordenasen en una única fila para ser atendidos uno a uno. "Nosotros adecuamos el puesto un poco a las especificaciones. Intentamos cumplir con las normas lo máximo posible", reconoce Elisabeth.
Benjamín Pardo acudió con sus productos de la huerta a la feria de Verín: desde berzas, hasta el pimiento de Oímbra, "que es el mejor que hay. El más rico de toda Galicia", aseguró. "La gente que está acudiendo hoy –por ayer- a la feria está manteniendo las distancias, el respeto y la educación", puntualizó. A seis metros de Benjamín se ubicó José Luis Francisco, quien se alegró especialmente de volver a la actividad después de dos meses enteros de confinamiento. "No campo podíamos saír pero o mínimo, polo noso ben e polo do resto, está claro", opina. "A parálise aféctanos a todos. Vin con boas perspectivas a este mercado, pero no meu caso xa tiven que tirar moito produto antes. Igual unhas 15 ou 20 mil plantas", añade.
César Estévez, que vive del campo y no ha podido acceder a ninguna ayuda, también se lamentaba de las pérdidas ocasionadas por la interrupción de las ferias: su único medio de vida. Pidió, en este sentido, que todos los alcaldes ourensanos flexibilizasen la celebración de estos mercadillos a partir de ahora. "Eu son autónomo da agricultura e me perxudica moito o feito de non ter feiras. Por exemplo, a de Viana xa non a deixaron facer", explicó. Sobre las pérdidas, el autónomo aseguró haber tenido que cortar un invernadero completo de remolachas. "Ao non haber feiras a mercancía creceu e houbo que acabar con ela. Outra parte tiven que vendela a baixo coste para que outros lle puidesen dar saída en droguerías. Necesitamos que permitan todos os mercados locais, porque se nos pasa a tempada de que vale que a permitan en xullo, por exemplo", añade. Debido a la escasez general, algunos productos como la cebolla se vendieron mucho más caros en el mercado. El próximo de Verín será el día 23 de este mismo mes.
Por otro lado, este jueves también volverán las ferias a Xinzo, eso sí, limitadas a productos agrícolas y ganaderos. Será en la explanada de O Toural y se repartirán mascarillas y gel desinfectante.
