MONTERREI

Verín arrancó el mes de las flores a ritmo de copla

El evento coincidió con la cuarta edición de la feria solidaria en García Barbón

Los famosos maios de Enrique Gómez Pato regresaron a la plaza de la Alameda verinesa para el deleite de vecinos y visitantes, que también disfrutaron de un sol y altas temperaturas más propias de la temporada estival. 

Las creaciones florales fueron realizadas, en esta ocasión, por los colegios María Inmaculada, Apostólico Mercedario, Amaro Refojo, Princesa de España y por el Rural Agrupado de Monterrei, así como por los usuarios del Centro de Día a Raiola, la asociación de mujeres Flor da Xesta, los padres y alumnado del Conservatorio de Verín, la asociación Amigos da Música y por la Cruz Roja.

Precisamente, los progenitores de los futuros músicos quisieron hacer visible la lucha que emprendieron el pasado mes de octubre con el objetivo de conseguir la implantación del grado de música profesional en la villa. Bajo una enorme clave de sol elaborada con hojas y flores, reclamaron una apuesta "firme" por la educación musical de la localidad, antes de que finalice el presente mandato. "Faremos todo o posible, podemos dar moitas sorpresas", decía su copla, una de las que se incluyeron en un pequeño libro, editado por el Concello de Verín.

Lo recaudado este miércoles con la venta de los 500 ejemplares impresos se destinará a financiar programas de asistencia social que desarrolle la Cruz Roja en la comarca de Monterrei. Entre los visitantes de Os Maios se encontraba José Ramón González Sola, concejal verinés en la década de los 80 y que logró reavivar esta festividad impulsada tres décadas antes por Enrique Gómez Pato. "Siempre fue una fiesta muy bonita. En nuestra época quisimos introducir el concurso de chave", recuerda el exedil, que se mantuvo en el cargo durante 12 años. Antonio Salgado Salgado y Cándido Casares fueron los ganadores del torneo de este miércoles.

Los maios verineses coincidieron con la celebración de la feria solidaria de la villa en la plaza de García Barbón, en donde no faltó la música de charanga y la posibilidad de comer pulpo.

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