CRÓNICA

Amapolas contra la droga

EFE

Cientos de campesins mexicanos se unen para exigir la legalización del cultivo y defenderse así de los cárteles que controlan el negocio.

Aunque llevan décadas de siembra de la amapola en la sierra del sureño estado mexicano de Guerrero, cientos de campesinos se han unido para defenderse de los cárteles y exigir la legalización de la actividad para acabar con la violencia desatada por el control del negocio.

"La unión de al menos 18 comunidades -de la zona conocida como Filo Mayor- ha obligado a los diferentes cárteles de la droga a no entrar" en sus territorios, cuenta a Efe Aureliano, un joven sembrador.

Las organizaciones criminales "se tienen que arreglar con un comité que se encarga de la venta del producto" y "tienen prohibido llegar a la comunidad para evitar disputas", explica.

Aureliano recuerda que en la parte alta de la sierra, a 200 kilómetros de Chilpancingo, capital de Guerrero, los campesinos sufrieron entre 2013 y 2015 la presencia de grupos criminales que les "quitaban su cosecha y mataban a las personas que no aceptaban sus términos".

Tras las incontables muertes, pobladores de esas comunidades decidieron organizarse y crear un grupo comunitario que hasta la fecha se encarga de la seguridad de la región.

"Aquí ni el Ejército ni la Policía Federal quieren venir, no hay vigilancia, por eso optamos por agarrarla nosotros y sacar a los maleantes de las comunidades. Hoy esta parte de la sierra es una de las más seguras", sostiene Fernando, quien desde hace 40 años se dedica a la siembra de la llamada adormidera.

Hace cinco décadas los campesinos de estas comunidades optaron, ante la falta de oportunidades, por cultivar la amapola, de la que extraen la goma de opio para elaborar la heroína, muy demandada en EEUU.

En el año hay tres temporadas: la seca, en los meses de febrero a mayo; la de agua, en las lluvias veraniegas, y la del sereno, con el frío del invierno. En cada una, los campesinos rayan el bulbo de la planta y sacan así el líquido chicloso o goma de opio.

En esta zona de Guerrero, el precio del kilo de goma de opio varía entre 6.000 y 8.000 pesos (entre 325 y 433 dólares).

"Nosotros vendemos la goma y de ahí los compradores la llevan a sus laboratorios para elaborar principalmente la heroína", dice un agricultor que prefiere no dar su nombre por seguridad.

"Se necesitan al menos entre 10 o 12 kilos para poder sacar un kilo de heroína, que en el mercado mexicano tiene un coste de 30.000 dólares" y en "EEUU puede llegar a los 100.000", según su estado, añade este campesino que lleva tres décadas cultivando la planta.

Para las comunidades de la sierra, la siembra de la amapola es toda una tradición y aunque siempre ha habido compradores, antes no había tantos problemas: "venían de los estados del norte, buscaban el precio más barato y se la llevaban para procesarla", recuerda Daniel, campesino de 25 años que desde pequeño raya la amapola.

Los pobladores coinciden en que la época mala vino tras la muerte del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, cuando comenzó la guerra entre las células de su cártel por el control de Guerrero.

"Beltrán tenía controlado el estado", pero cuando falleció en diciembre de 2009 en un enfrentamiento con la Marina los grupos empezaron a pelearse y la violencia se recrudeció, comenta uno.

Guerreros Unidos, Rojos, Ardillos, Tequileros, la Barredora y el Cártel Independiente de Acapulco son responsables de miles de muertes desde 2009 en su lucha por el control de la droga.

Los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que investigaron durante más de un año la desaparición de 43 alumnos de la escuela para maestros de Ayotzinapa pidieron al Gobierno considerar el tráfico de heroína como móvil del ataque a los estudiantes el 26 de septiembre de 2014.

Los especialistas creen que uno de los autobuses utilizados por los jóvenes esa noche en Iguala (Guerrero) llevaba droga con destino final a EEUU, hipótesis no abordada por las autoridades.

Aureliano explica que "algunas comunidades no se han organizado" y "por eso tienen la presencia constante de los sicarios", que pueden vender el kilo de goma "hasta en unos 1.000 dólares y el kilo de heroína hasta en 50.000 dólares" en la frontera norte.

Los pobladores han levantado la voz para pedir la legalización de la siembra y atajar así la violencia generada por la pugna entre cárteles.

Además, han demandado al Ejército que no fumigue los cultivos con herbicidas, pues "provocan un alto grado" de contaminación de la tierra "y no se puede ocupar para la siembra de otros frutos", dijo a Efe el comisario de Filo de Caballos, Arturo López Torres.

El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, no sólo apoya la legalización del cultivo de amapola, sino que ha dicho que lanzará un programa piloto para sembrarla con fines medicinales como vía para combatir la violencia en la región.

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