cronica

¿Por qué arde el centro de Portugal cada verano?

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photo_camera Los bomberos trabajan en las labores de extinción, en Portugal.
Los bosques que arden hoy, a sólo 30 kilómetros, también fueron calcinados en 2003
Prácticamente cada verano, las mismas imágenes de montes en llamas se repiten en el centro de Portugal, y este año no ha sido la excepción: los municipios de Vila de Rei y Monção llevan tres días ardiendo, lo que ha vuelto a suscitar preguntas sobre por qué el fuego se ceba con esta zona del país.

Los portugueses no pueden olvidar la pesadilla que vivieron en 2017. Las llamas acabaron entonces, entre julio y octubre, con la vida de más de una centenar de personas. El fue más mortífero de la historia reciente se registró precisamente en esta región, en Pedrógão Grande, donde murieron 66 personas.

Los bosques que arden hoy, a sólo 30 kilómetros, también fueron calcinados en 2003.

Los expertos apuntan a varias causas que convierten el centro luso en pasto propicio para los fuegos:

Clima

La más obvia, apuntada constantemente por los especialistas que analizan la situación en la prensa portuguesa, es la meteorología. Las zonas más afectadas se sitúan en el interior del país, donde el mercurio alcanza altas temperaturas durante el verano y el ambiente es más seco.

Vegetación y terreno

Los distritos de la región centro más devastados por las llamas suelen tener una "vegetación muy continua, de manchas forestales muy extensas", lo que facilita que el fuego siga avanzando, explicó a EFE el investigador Paulo Fernandes, del Laboratorio de Fuegos de la Universidad de Trás-os-Montes.

"Todas las especies que tenemos en Portugal arden muy bien", señaló Fernandes, que añade que no hay diferencias entre ellas y que el eucalipto no es más culpable de las llamas que otras como el pino o el alcornoque; de hecho, la mayor parte de lo que se ha quemado estos días en Vila de Rei y Mação son pinares.

El terreno ondulado también favorece el avance del fuego y complica el acceso de los bomberos durante el combate.

Despoblación

El interior de Portugal, especialmente junto a la frontera, sufre de una despoblación crónica, y los municipios del centro que suelen arder están formados por pequeñas aldeas dispersas.

Sin núcleos urbanos que constituyan una "mancha" en medio de toda la vegetación, el fuego no tiene ningún obstáculo que frene su avance.

Pero la despoblación tiene un efecto todavía peor: apenas hay "gestión activa" de los bosques de estas zonas, según el investigador de Trás-os-Montes, que considera que se trata sobre todo de un problema económico.

"Con el poco dinero que tienen, la gente no hace gestión forestal en sus pequeñas propiedades", señala Fernandes, que recuerda que en Portugal en torno al 97 % de los bosques son de propiedad privada, por lo que la gestión no recae en manos estatales.

Prevención

Otra de las claves es la prevención, que los expertos no consideran suficiente: "Hay mucho combate pero falta prevención", señalaba al diario portugués Expresso el presidente de la Federación de Bomberos de Castelo Branco, José Neves, que aseguraba que "se aprendió poco de los incendios de 2017".

Desde el Laboratorio de Fuegos de la Universidad de Trás-os-Montes, Paulo Fernandes apunta que no es un problema sólo de Portugal, sino que ocurre a nivel europeo.

En Portugal, tras los fuegos de 2017, el Gobierno puso en marcha una campaña con multas para quien no limpiase adecuadamente sus terrenos, aunque dirigida especialmente a podar la vegetación próxima a viviendas, aldeas y carreteras.

Con estas medidas se buscaba proteger a la población, pero su efecto para evitar que el bosque arda es limitado.

Medios y bomberos

Con miles de hectáreas calcinadas en apenas dos días, en Portugal aumentan las críticas con el combate al fuego, que censuran sobre todo la falta de medios.

Especialmente duros han sido los alcaldes de las zonas afectadas, como el de Vila de Rei, Ricardo Aires, que llegó a decir a medios locales que "el Estado volvió a fallar".

Portugal tiene menos medios que países como España -que este lunes mandó dos aviones anfibios para ayudar en tierras lusas-, pero la preocupación se centra también en el cuerpo de bomberos, poco profesionalizado.

"El 90 % o más de los bomberos portugueses no están especializados", cuenta Fernandes. En el país hay pocos bomberos forestales y gran parte de los cuerpos están formados por voluntarios, que no están entrenados específicamente para combatir incendios.

Su combate se basa sobre todo en el uso del agua y en herramientas manuales, por lo que "depende mucho" del acceso a las llamas, que a veces no es fácil.

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