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El cardenal Pell, número tres del Vaticano, imputado en pederastia

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photo_camera El cardenal australiano George Pell, ministro de Finanzas del Vaticano, ofrece una rueda de prensa en el Vaticano, hoy, 29 de junio de 2017.

El religioso de 76 años, máximo representante de la iglesia católica australiana, es sospechoso de haber abusado sexualmente de menores cuando era sacerdote

El cardenal australiano George Pell, considerado el "número 3" del Vaticano y responsable de finanzas de la iglesia católica, es el primer alto cargo de la curia romana imputado en supuestos delitos de pederastia.

El religioso de 76 años, máximo representante de la iglesia católica australiana, es sospechoso de haber abusado sexualmente de menores cuando era sacerdote en la ciudad de Ballarat (1976-80), en el estado de Victoria, y cuando fue arzobispo de Melbourne (1996-2001), la capital estatal.

De esos cargos tendrá que defenderse el próximo 18 de julio en un tribunal de Melbourne, en el sureste de Australia

Pell nació en la ciudad de Ballarat el 8 de junio de 1941 en el seno del matrimonio formado por George Arthur, un excampeón de boxeo de fe anglicana, y Margaret Lillian, una devota católica, y tiene dos hermanos, Margaret y David.

El cardenal estudió en los centros católicos Loreto Convent y St Patrick en Ballarat, donde destacó como deportista y hasta jugó durante una época con el club Richmond Football en la Liga de Fútbol Australiano.

Sin embargo, Pell se decantó por su vocación religiosa e ingresó en el seminario Corpus Christi, en el estado de Victoria, en 1960 y tres años más tarde se marchó a Roma a continuar sus estudios.

En 1966 se ordenó como sacerdote en la basílica de San Pedro en Roma, donde al año siguiente se licenció en Teología antes obtener el doctorado en historia de la Iglesia católica en la Universidad de Oxford en 1971, al tiempo que también tiene un máster en educación por la Universidad de Monash (Australia).

En la década de 1970 y 1980 ejerció como sacerdote y educador en distintas parroquias y centros católicos australianos, incluido en su natal Ballarat.

El australiano fue designado obispo auxiliar de Melbourne en 1986, arzobispo en esta misma ciudad en 1996 y arzobispo de Sídney en 2001.

Dos años más tarde, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II, lo que le permitió votar en los cónclaves para elegir al sumo pontífice y, por tanto, también fue uno de los papables en la votación en la que fue proclamado el actual papa Francisco en 2013.

Pell fue elegido al año siguiente prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa, un nuevo puesto creado por el pontífice para atajar los escándalos en torno a las finanzas del Vaticano.

No obstante, al "número 3" del Vaticano, tras el papa y el secretario de Estado, le ha perseguido la sospecha por los casos de pederastia en el seno de la Iglesia católica en Australia, algunos cometidos en su Ballarat natal.

Estos crímenes están siendo investigados por una comisión especial en Australia en la que ha comparecido el cardenal.

En marzo del año pasado, Pell reconoció que en la década de 1980 existía "un mundo de crímenes y encubrimientos" en la Iglesia católica para proteger a la institución, pero negó tajantemente haber abusado sexualmente de ningún menor.

Cuatro meses más tarde, un programa de la cadena ABC reveló que la Policía australiana estaba investigando a Pell, acusado de abusar de menores.

No es la primera vez que el jerarca es acusado de abusos sexuales, ya que en 2002, cuando era arzobispo de Sídney, un hombre aseguró haber sido abusado sexualmente por él en 1961, cuando tenía 12 años y Pell estaba formándose para ser sacerdote.

Las investigaciones exoneraron a Pell, un conservador que en el pasado mostró su oposición a la ordenación de mujeres, se declaró contrario al divorcio y al aborto, y que al menos en una ocasión rechazó dar la comunión a homosexuales durante una misa.

El cardenal fue el primer dirigente católico en abordar los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia australiana, con la puesta en marcha en 1996 de un programa de compensaciones económicas, aunque recibió críticas por no dar suficiente apoyo a las víctimas.

"Los procedimiento judiciales me ofrecen ahora una oportunidad para limpiar mi nombre y luego volver aquí, a Roma para trabajar", declaró el cardenal, en una comparecencia hoy ante los medios en la sala de prensa del Vaticano. 

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