La crisis, el hambre y el cambio climático, los retos de la cumbre del G8

Manifestantes contra la cumbre el G8, en Roma. (Foto: EFE)
La cumbre del G8 de L'Aquila comienza el miércoles con el reto de marcar pautas para sacar al mundo de la crisis económica global, paliar sus consecuencias, luchar contra el cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria.
La presidencia italiana del G8 ha convocado a los miembros del G5 (China, la India, Brasil, México y Suráfrica) y otros catorce países, entre ellos España, además de los miembros del club: EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá, Rusia e Italia.

Los países más poderosos del mundo se reúnen en un momento de inestabilidad internacional, con disturbios en Irán, China y Honduras, y una escalada de la tensión por parte de Corea del Norte, que ha lanzado varias baterías de misiles de prueba recientemente.

Y además de estos asuntos, el G8 tendrá sobre la mesa el reto de seguir buscando soluciones para sacar a la economía global de la crisis económica.

Italia ha elaborado junto a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) doce puntos para enmendar las reglas de la economía global, como la lucha contra el proteccionismo o el establecimiento de unas reglas más transparentes para el sistema financiero.

Varios líderes europeos, entre ellos el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro inglés, Gordon Brown, han pedido objetivos a medio plazo para luchar contra el cambio climático.

Y se prevé que los países reunidos en la cumbre alcanzarán un acuerdo para destinar 12.000 millones de dólares al desarrollo agrícola en un plazo de tres años.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), la organización internacional que se encarga de las emergencias alimentarias globales, ya ha aplaudido el interés mostrado por el G8 en la seguridad alimentaria.

La cumbre del G8 de Italia llega rodeada de un caos organizativo tanto en el contenido como en los preparativos de la sede en L'Aquila.

Medios ingleses han informado de que durante la preparación de la cumbre de L'Aquila ha debido ser EEUU quien tome la iniciativa de las negociaciones previas, ante la inoperancia de la presidencia italiana.

En un principio la cumbre debía celebrarse en la isla sarda de La Magdalena, pero el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, decidió trasladarla a L'Aquila, la ciudad que quedó devastada el pasado 6 de abril por un terremoto que mató a 299 personas.

Precisamente, la posibilidad de que pueda registrarse un nuevo terremoto ha provocado inquietud en el Gobierno italiano y varios medios italianos han informado de que si se registrara un temblor superior a los cuatro grados en la escala de Richter, la cumbre podría ser trasladada a Roma o incluso ser suspendida.

A ello se une la incertidumbre que rodea al poder de del club para tomar decisiones, por la ausencia de otras grandes economías como China o la India.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ya ha advertido de que los temas económicos deberían tratarse únicamente en el G20 y el propio primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha afirmado que un G14 sería más adecuado.

La reunión comienza mañana con una sesión de trabajo en la que participarán únicamente los países miembros del G8 y al día siguiente contará ya con la participación de las grandes potencias emergentes del G5 (China, la India, México, Brasil, Suráfrica), a las que se unirá Egipto.

Por la noche, los jefes de Estado o de Gobierno de España, Australia, Corea del Sur, Indonesia, Dinamarca, Holanda, Turquía, Argelia, Angola, Etiopía, Libia, Nigeria y Senegal se unirán para una cena con el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano.

El último día se dedicará a los efectos de la crisis en Africa y a la seguridad alimentaria, en una sesión de trabajo en la que participarán todos los países invitados, además de varias organizaciones internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los protestas antiglobalización contra el G8 ya han comenzado en Italia, con la detención de 35 personas en las primeras manifestaciones y la denuncia de cinco personas que transportaban bates de béisbol y de hierro en su furgoneta, en L'Aquila.

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