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Cuando la miel está hecha para la boca del asno

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photo_camera Proceso de elaboración de la miel.

Les encanta el azúcar, la miel y los bombones", explica Pascual Rovira, el "asnólogo" más famoso de España, con casi tres décadas de "militancia borriquera" a sus espaldas

Existe un refrán popular que el tiempo se ha encargado de desmontar, porque es sabido que si hay algo que aprecian los burros es el cariño, y la dulzura de estos animales, casi empalagosa, sólo es equivalente a sus pasiones culinarias.

Les encanta el azúcar, la miel y los bombones", explica Pascual Rovira, el "asnólogo" más famoso de España, con casi tres décadas de "militancia borriquera" a sus espaldas, de dedicación absoluta al "más noble animal con el que ha convivido el ser humano y uno de los más agradecidos".

El refrán "No está hecha la miel para la boca del asno" incide en una mala fama "injustificada e injusta" contra la que lucha este cordobés de Rute, quien ha llegado a solicitar a los académicos de la lengua que cambiaran la definición que aparece en el diccionario.

"Cómo se puede llamar burro a una persona inculta cuando este animal es inteligente, filósofo, ingeniero, farmacéutico, terapeuta y melómano", se pregunta Pascual, quien en la finca donde cuida de cerca de un centenar de burros organiza conciertos "para satisfacer sus gustos musicales".

Vinicio Capossela, Josephine Foster, Lorena Álvarez, El Koala, Medina Azahara, las Ketchup, Molotov, Paco Moltalvo o los impulsores del proyecto Puro Silvio han tocado acústicos al aire libre para los asnos de Pascual, y él mismo pone a prueba ante ellos su talento con instrumentos como la guitarra, el charango, el ronroco, el maulincho o la quena.

Rovira lleva 28 años dedicado al digno oficio de valedor de una especie al borde de la extinción, a la que la mecanización del campo sumió en el olvido casi absoluto y a la que la crisis económica a punto estuvo de propinarle el golpe de gracia; desde 2008, se disparó la lista de abandonos y en seis años los centros de acogida recogieron unos 140.000.

"Llegaron hace 2.700 años a la Península en pateras introducidos por los fenicios, después los romanos los cruzaron con caballos para obtener mulos para el trabajo", recuerda Pascual; a principios de los 40, había en España 1.200.000 burros y en la actualidad apenas quedan unos 40.000.

Un centenar de ellos campan hoy a sus anchas por la "república animalista anarcopoética" de Rute, como la define Pascual, en pleno corazón del Parque Natural de las Sierras Subbéticas.

Su Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo) fue la primera en constituirse en la labor de conservación y bienestar de las razas en peligro de extinción y desde 1989 "he rescatado a unos 150 burritos o ellos me han rescatado a mí", bromea Rovira; "salí al camino sin buscar nada y aquí lo he encontrado todo".

Adebo es refugio, pero también centro de cría para el mantenimiento de la raza andaluza y cordobesa y Centro de Interpretación sobre el Burro, donde se imparten talleres de asnoterapia a personas con enfermedades mentales; "el burro es un animal terapéutico, tenerlo cerca mejora la capacidad emocional", asegura Pascual.

"También es filósofo, sigue a un burro y encontrarás a tu pueblo; es boticario, pues la leche de burra es infalible contra las enfermedades respiratorias en los niños; es ingeniero, pues siempre elige el camino más corto y mejor trazado, o es meteorólogo, porque detecta la proximidad de una borrasca".

Rovira presume de que sus asnos han despertado pasiones en mucha gente; en 1990, el poeta Rafael Alberti y otros intelectuales y políticos participaron en un homenaje al burro en Rute que fue una bomba mediática y disparó los apadrinamientos.

Personas anónimas y nombres ilustres, como Camilo José Cela, Antonio Gala, José Saramago, Fidel Castro, Ágatha Ruíz de la Prada, Jesús Quintero, el grupo Medina Azahara o el periodista Carlos Herrera, se lanzaron a colaborar con el proyecto de Pascual.

Dice sufrir de "asnomanía" y a la voz de "bochi, bochi", reúne en torno a él a sus casi cien burros, cada uno con su historia y, por tanto, nombre propio. 

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