CAMBIO CLIMÁTICO

Un día cualquiera en el epicentro del futuro del planeta

efe
photo_camera Los gases enviados a la atmósfera principal problema del cambio climático.

Aunque todo el mundo habla de la cumbre del clima de París, lo cierto es que, geográficamente, la reunión no se celebra en la capital francesa, sino en una localidad del extrarradio norte, llamada Le Bourget

La expectativa de que 195 países puedan por fin lograr un acuerdo contra el cambio climático reúne en París a cerca de 50.000 personas en un evento comparable a los Mundiales de Fútbol o los Juegos Olímpicos: así es un día cualquiera en el recinto donde se decide el futuro del planeta.

Aunque todo el mundo habla de la cumbre del clima de París, lo cierto es que, geográficamente, la reunión no se celebra en la capital francesa, sino en una localidad del extrarradio norte, de unos 13.000 habitantes, situada a 10,6 kilómetros del centro y llamada Le Bourget.

El recinto ferial escenario de la reunión que puede cambiar el modelo de desarrollo mundial se ubica en los anexos del primer aeropuerto que tuvo París y que todavía sigue funcionando para vuelos de autoridades y negocios.

Salvo los 15.000 negociadores y altos representantes, que cuentan con minibuses eléctricos, el resto de participantes (ONG, empresas o periodistas) suele viajar en tren o metro desde el centro de París a Le Bourget, donde autobuses de la organización les transportan hasta el recinto ferial.

Junto con la acreditación, la presidencia francesa de la cumbre regala un abono para usar el transporte público ilimitadamente las dos semanas que dura la cumbre del clima.

A la entrada, empleados de una conocida marca de supermercados franceses reparten manzanas ecológicas a los asistentes, antes de pasar el riguroso control de seguridad de Naciones Unidas.

Una vez dentro del recinto, una gran avenida flanqueada por coloridos animales exóticos de metacrilato (ardillas, rinocerontes, pelícanos...), parte de un "arca de Noé" instalada por deseo de la ministra francesa de Medio Ambiente Segolene Royal, divide los seis pabellones.

Al comienzo de la avenida, un gigante oso polar instalado por la organización ecologista Greenpeace aguarda a los delegados, y muy cerca de él una joven reparte chocolate de comercio justo con mensajes a favor de acciones ambiciosas contra el cambio climático.

A la derecha están los pabellones de los observadores y de los medios de comunicación (con dos plantas abarrotadas por 3.500 periodistas) y, a la izquierda, los de las delegaciones nacionales, plenarios y salas de negociación.

Conforme uno avanza por el "paseo de la fama" del clima se va topando con protestas, entre las que han abundado grupos de jóvenes pidiendo el fin de las subvenciones a los combustibles fósiles, y con todo tipo de estilos de vestir, como es propio de un foro en el que están representadas cerca de 200 nacionalidades.

En la zona de las delegaciones nacionales, hay países que además de oficinas poseen pabellones de exhibición entre los que destacan los de la India (con cascadas de agua), Estados Unidos (con una gran bola del mundo diseñada por la agencia espacial NASA mostrando los efectos del calentamiento) o los de Perú, Ecuador y Tailandia, con llamativas imágenes de su biodiversidad.

En lujo ganan, sin embargo, el del Consejo de Cooperación del Golfo, con arabescos de cristal, restaurante y sala de té en su interior, y el de Alemania, con un mensaje enorme de "Por debajo de dos grados", y con auditorio, cafetería y un restaurante propio que no deja de servir canapés a sus delegados.

Por países, el que más negociadores ha enviado, según los datos de la ONU, es Brasil (más de 500), seguido del que acogerá la siguiente cumbre del clima, Marruecos (439), la anfitriona Francia (395), Canadá (382), Perú (322), que albergó la última COP, China (326) y Rusia (315).

También multitudinarias son las delegaciones de Chile (195), la India (185), Estados Unidos (124) y Colombia (94), mientras que las listas hablan de 55 acreditados por parte de España, entre miembros del Gobierno y de las comunidades autónomas.

Pero si hay alguien que destaca entre los acreditados es Segolene Royal, quien va continuamente rodeada de dos cámaras y de una nube de relaciones públicas de su departamento de prensa que dan cuenta vía internet de cada uno de sus pasos, aunque no sea ella, sino el titular de Exteriores, Laurent Fabius, el presidente y jefe de las negociaciones.

En la cumbre del clima sólo se puede comer en plato a hora francesa (de 12 a 2), aunque hay bocadillos el resto del día y colas para comprarlos; todo se recicla y los vasos de plástico del café se retornan con una compensación de un euro por la entrega.

La "feria del planeta" cuenta con su ceremonia de premios todas las noches, cuando una ONG entrega el galardón "Fósil del Día" al país que peor se ha portado en la negociación.

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